Tras dos años de no realizarse el recorrido por la Pasión de Jesucristo debido a la pandemia, las condiciones epidemiológicas en la CDMX permitieron que se volviera a llevar a cabo, aunque con ciertas medidas y restricciones.

Las calles en las que se desarrolló la Pasión de Jesús, al igual que la Macroplaza, lugar donde se llevó a cabo la representación donde sentencian a Jesús a la cruz, permanecieron delimitadas mediante vallas metálicas y un dispositivo de seguridad coordinado entre la elementos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSC) y de la Guardia Nacional (GN), esto con el fin de regular la cantidad de fieles presentes.

Los asistentes permanecieron dispersos alrededor de la Macroplaza, a lo largo de las calles que comprendieron el recorrido y en calles aledañas; sin embargo, al iniciar el Viacrucis la gente rompió el cerco de seguridad en algunos puntos para sumarse a la procesión lo que derivó en empujones y pistones entre algunos fieles.

A pesar de la multitud, los representantes de la Pasión lograron llevar a cabo el recorrido, realizando las paradas indicadas en el programa.

Recorrido veloz. El avance de la procesión se realizó con bastante rapidez, por lo que los espectadores que pudieron apreciar mejor la representación fueron los ubicados en azoteas y ventanas de las casas y los que se encontraban en las paradas del Viacrucis. 

“Ni lo vi bien, pasó muy rápido, creo que este año esperaban que terminara muy rápido”, afirmó doña Luisa, luego de decirle a su hija que se había perdido el paso de la representación.

Descontento. Algunas personas se mostraron inconformes con la distribución de las vallas a lo largo del recorrido, pues afirmaron que tuvieron que caminar mucho: “Llegamos por el otro lado de la plaza para ver y resultó que no se podía pasar, nos tuvimos que dar toda la vuelta para entrar por acá”, indicó la señora Rosa, quien acudió en compañía de su familia.

Al llegar a las faldas del Cerro de la Estrella personas rompieron el cerco de seguridad para acceder al sitio donde se desarrolló la crucifixión, por lo que elementos de seguridad implementaron una barrera para evitar el avance de las personas, lo que derivó en un ligero altercado que no pasó a mayores.

Tras la llegada de Jesús al Monte Calvario en el Cerro de la Estrella donde fue crucificado, algunos devotos que lograron acceder fueron testigos de la parte climática de la representación. 

Posteriormente, al descender a Jesús de la cruz y entregarlo a María Virgen comenzó el recorrido hacia el Santo Sepulcro, donde la cantidad de fieles siguió siendo alta, aunque ya con un paso tranquilo y sin empujones. 

Con deseo de aumentar sus ventas

Como parte de la 179 representación de la semana santa en Iztapalapa con el viacrucis que inició en la Macroplaza para luego llegar al Predio de la Pasión, miles de capitalinos de diferentes puntos de la Ciudad acudieron en Viernes Santo como culminación de la representación, así como capitalinos comerciantes que desearon que sus ventas subieran debido a la afluencia de gente.

Sin embargo, las ventas fueron escasas, a consecuencia de las vallas que cerraban calles e impedían el paso peatonal, así afirmaron comerciantes tanto locales como externos.

En calle Ayuntamiento Lucio Oliveira, vendedor de aguas frescas, comentó que los cierres que empleó la alcaldía impidieron que subieran sus ventas: “No creo que haya muchas ventas, porque cerraron de las esquinas. Hace tres años no hicieron nada de esto”. Lo mismo opinó Alberto, dueño de una tienda de abarrotes, quien dijo que las ventas eran como en cualquier otro día: “Vendo como en un día normal. No hay Ventas. Cerraron y no dejan vender. Hay puestos que se están quejando porque no han vendido nada. Y las vallas las ponen porque luego gente se mete y se hace un relajo, pero afecta también a los ambulantes”, dijo. 

En las demás calles aledañas al viacrucis como la calle Angel Lerdo de Tejada, Allende, Cuauhtémoc y Estrella los vendedores opinaron lo mismo acerca de las vallas. Fátima, vendedora de aguas frescas, dijo: “Se vende como un día normal. En todos lados está cerrado y algunos ambulantes se quejan de que los andan quitando. Afecto mucho eso, que cerraran varias calles y le impidiera paso a la gente”.  

Quienes únicamente incrementaron sus ventas fueron los comercios de comida rápida en la calle Cuauhtémoc. “No había muchos clientes, pero ya se dejaron venir. Estamos en friega gracias a Dios, hay más trabajo de lo habitual”, detalló Lourdes.

Por su parte, la mayoría de los visitantes comentó que los cierres de las calles no les permitió moverse más libremente por el recorrido, por lo que tenían que rodear la zona y muchas veces volverse a encontrar con las calles cerradas. “Venimos de Coyoacán. Siempre hemos venido al recorrido. Es tradición ya en la familia. Pero está un poco como pasar por laberintos, están enredadas las calles porque unas están abiertas y otras no. Aún así se disfruta”.

Asimismo, otros capitalinos decidieron quedarse en el mismo lugar, ya que eran dar “vueltas sin sentido”, así lo refirió Isabela, quien en compañía de su familia decidieron quedarse en calle Estrella a esperan una de las famosas caídas de Cristo. “Es bonita tradición la del viacrucis de Iztapalapa. Pero hay mucho relajo en las calles. Las cerraron y mejor preferimos quedarnos acá, porque ya dimos hace rato muchas vueltas”.

Pese a que la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum informó que el cubrebocas ya no es obligatorio en espacios abiertos la mayoría de los visitantes lo portó además de desinfectar sus manos con gel antibacterial, y es que aseguraron que la prevención es importante para que los contagios sigan disminuyendo. “Es alegría volver a salir a las calles a ver la representación. Estuvo mucho tiempo la pandemia. Yo sigo usando cubrebocas por si acaso, también debemos de ser responsables si vemos mucha gente, Más vale prevenir que lamentar”.

LDAV