@guerrerochipres

Con 30% de los votos, la nación y su capital establecieron un precedente. La primera consulta para la revocación de mandato deja varios resultados contundentes: será un referente para cualquiera otra en el futuro; permitió evidenciar la capacidad base de movilización del equipo predominante y evidenció la respetabilidad de quienes asistieron para ratificar respaldo o para confirmar oposición.

Los únicos que podrán ser revisados como abiertamente contradictorios son aquellos que insisten en verbalizar valores democráticos, pero se dedicaron a denostar e inhibir la votación, la participación… Aunque dicen defenderla.

Los abstencionistas orgánicos, antes adalides de las transiciones democráticas o usufructuarios del poder, reinician un capítulo para apostar por autoengañarse respecto del significado pseudopatriótico de no participar.

Ciudadanía de izquierdas y derechas avaló el proceso al asumir que hay consistencia en el hacer y el decir: estoy a favor, defiendo; estoy en contra, lo indico.

También existe otra realidad para ambos. De la participación, moderada en general, se derivan oportunidades para unos y otros. Y deben responder a las preguntas respectivas. ¿Por qué de los votos duros de unos no salieron más a votar? ¿Por qué no se cumplieron los pronósticos de expertos exfuncionarios del IFE y del INE que adelantaban alrededor de 10 millones de votos solamente?

Más de 16.5 millones de sufragios revelan la determinación ciudadana y de grupos sociales ajenos a la influencia abstencionista.

Participar y refrendar su vocación democrática, ya manifestada en el proceso electoral de hace cuatro años, es una manera de constituirse como actores ante el Gobierno, ante los medios de difusión, ante los obstáculos derivados del enorme ruido en el ambiente del cual son síntomas los discursos rijosos de consejeros del INE, la ausencia contradictoria de otros partidos, la depredación del prójimo, aunque eso pase por los propios objetivos.

La asistencia representa en sí misma un reto para las consultas por venir, y no hay que perder de vista que 91.8% votó por la continuidad del presidente López Obrador. Llama la atención un dato central: más de 1.3 millones de personas que tenían una posición adversarial respecto del Gobierno, pero que igualmente participaron del instrumento para expresar una postura y opinión. La democracia es poderosa y esta consulta es un precedente en la materia.

La jornada de este domingo puede ser mejorada, pero ya es un ejemplo de una ciudadanía progresista —como la llamó la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, acompañada de su gabinete—, capaz de hacer valer sus derechos y que es también capaz de reflexionar sobre el sentido, límites y alcances de su intervención.