Nadie los recordará. Ni a CODA, la primera película únicamente distribuida en plataformas de streaming y en festivales de cine en ganar un Oscar, ni la primera estatuilla de Jessica Chastain como Mejor Actriz, ni el emotivo discurso de Troy Kotsur al ganar Mejor Actor de Reparto, ni el fenómeno colosal de Drive My Car, la victoriosa en la terna de Mejor Película Extranjera. Tampoco nadie tendrá en su memoria con qué película ganó Will Smith el Oscar (si no se lo quitan). Vaya, ni siquiera la emblemática presentación de Beyoncé será recordada.

Cuando la gente piense en la 94ª entrega de los Premios Oscar, solo tendrán en mente la cachetada de Will Smith a Chris Rock.

Fuera de si estuvo bien o mal el acto en sí, lo realmente alarmante fueron los momentos posteriores.

No se tomaron cartas en el asunto en la premiación. Will, en su discurso del Oscar, justificó su acto de violencia como “una locura por amor”, aderezando un acto violento que esparce un estereotipo cruel de la raza negra como algo conmovedor. La gente lo aplaudió por el premio. Incluso Will bailó después de la fiesta, como si nada malo hubiera pasado.

En ningún momento durante la ceremonia se proclamó que la violencia estuviese mal. No, mejor hacer como si nada, a excepción de comentarios “chistosos”. Después de todo, a las estrellas se les perdona todo, ¿no? “El show debe continuar”.

Una vez más, los hombres se roban la narrativa con actitudes tóxicas.

Después de la presión pública, así como de observar las consecuencias de sus actos, Will Smith pidió disculpas. Sin embargo, este acto manchará su carrera durante por lo menos los siguientes tres años.

Asimismo, se pone sobre la mesa un tema polémico: cuando la controversia ensombrece lo bueno. La mayoría de las personas solo vieron el momento incómodo. Fuera la plática sobre las ganadoras, o las nominadas. El escándalo devoró la conversación.

Lo irónico también es que Will Smith cacheteó a Chris Rock para que no hablara mal de su esposa, pues el comediante hizo un chiste sobre su falta de cabellera, a causa de su condición de alopecia (una enfermedad que te hace perder pelo), y por ese acto machista, de tratar a su mujer como objeto, la broma igualmente ha sido desmenuzada y debatida por el público general.

La gente finalmente quedará decepcionada por muchas cosas, mas entre ellas algo particular: incluso cuando se hacen las acciones correctas y se reconoce a otros sectores que no siempre tienen el reflector, los escándalos tienen el poder de robarle cámara a años de esfuerzo, dedicación y talento por parte de muchas personas nominadas a los premios de la Academia.

Imagínense las reacciones de toda la demás gente, cuya noche estelar fue robada por un momento incómodo.

Claro, no es la primera vez que pasa: el enojo de Kanye West en los Video Music Awards cuando Taylor Swift ganó en 2009 en lugar de Beyoncé, el error de vestuario en el Super Bowl del 2004 con Janet Jackson, entre otros. Pero qué lamentable cuando un hecho, o una persona, eclipsa el reconocimiento, ¿no?

Si la Academia quiere generar discursos para bien, mejor en lugar de equivocarse o hacerse de la vista gorda debería escoger películas controvertidas. Por ejemplo, cuando ganó Parasite, una película coreana, la presea, la conversación estuvo en maravillas y no en… tonterías.

¿Será posible volver a tomar las premiaciones en serio? ¿O los Oscar se convirtieron, de pronto, en Laura en América?

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@santiagoguerraz