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Foto: Freepik / La guerra comercial de Trump con China en 2018 ya había cuestionado este modelo  

¿Después de la aldea global llega el repliegue mundial? El impacto de la guerra en Ucrania y la pandemia en los engranajes económicos ponen en duda el futuro de la globalización.

En una carta a sus accionistas, el patrón del gigante mundial de las finanzas Blackrock, Larry Fink, afirmó que “la invasión rusa en Ucrania ha puesto fin a la globalización que hemos conocido durante las tres últimas décadas”.

Este periodo, marcado por políticas de desregulación y la revolución digital, ha permitido una circulación casi sin fronteras de mercancías y capitales. Pero el Covid-19 primero y la invasión en Ucrania después han hecho tambalear los principios de esta globalización: la especialización económica por regiones, las cadenas de producción fraccionadas o los suministros de empresas en plazos muy cortos.

La guerra en Europa además cuestiona el principio de que el comercio es un vector de paz, acuñado en el siglo XVIII por el filósofo francés Montesquieu.

Ya antes de la guerra, “la conectividad entre naciones, empresas e incluso entre personas se sometió a una dura prueba por dos años de pandemia”, escribió Larry Fink.

La escasez de cubrebocas al estallar el Covid-19 puso en evidencia la hiperdependencia de China para productos básicos.

Un mes después del inicio de la guerra, el caos en la economía mundial genera presión en los precios y los suministros de cereales, petróleo, gas y otros materiales estratégicos como el cobre.

Han aparecido “un determinado número de vulnerabilidades” que muestran los límites del fraccionamiento de las cadenas de producción en múltiples localizaciones, indicó el antiguo director general de la OMC, Pascal Lamy.

La “autonomía estratégica” reclamada ahora en Europa para la energía y las materias críticas o las inversiones masivas de Estados Unidos en semiconductores muestran esta prioridad hacia un repliegue regional, o incluso nacional.

Joe Biden prometió en su discurso del Estado de la Unión a principios de marzo invertir para “asegurar que todo, desde el puente de un portaviones al acero de las correderas de seguridad de las autopistas sea fabricado en Estados Unidos, de principio a fin”.

“La pandemia no ha provocado decisiones radicales de relocalizaciones, pero la guerra tiene un impacto en la forma que las empresas reflexionan sobre sus cadenas de producción y sus inversiones”, indicó Ferdi de Ville, profesor del Instituto de Estudios Internacionales y Europeos en Gante (Bélgica).

 

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