La guerra -no se puede calificar de otra manera- declarada desde la 4T al Instituto Nacional Electoral (INE) escaló debido a la resistencia del mismo Presidente de la República de respetar la Constitución y la Ley de Revocación de Mandato en materia de difusión.

Como sabe, diputados y senadores de Morena, interpretaron a su conveniencia, según opiniones de expertos en la materia, los mandamientos legales que prohíben la difusión tanto de la consulta de revocación como de las obras de Gobierno durante el periodo electoral.

El periodo electoral comenzó a correr desde el momento en el que el INE, el único facultado por la Constitución y la ley en la materia, publicó la convocatoria para la consulta de revocación.

Con base en esos criterios, el INE ordenó ayer bajar de las redes gubernamentales todo el evento de inauguración del aeropuerto de Santa Lucía y otros materiales de promoción gubernamental.

La orden del INE generará nuevos ataques a los consejeros que lo único que hacen es aplicar la ley que los mismos diputados y senadores de Morena aprobaron.

Hasta el cierre de esta edición, pasadas las 20:00 horas, los videos no se habían bajado y es muy probable que no se bajen pues de acuerdo con la interpretación cuatroteísta de la ley, un decreto sí puede estar por encima de la Constitución.

La consulta de revocación será el 10 de abril próximo pero, a partir de hoy, el tema pasará a segundo plano ante la guerra declarada al órgano electoral desde la misma Mañanera.

No conviene a la democracia mexicana, sea cual fuere su preferencia política, el bombardeo mediático al árbitro electoral.

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El dueño del Partido del Trabajo, Alberto Anaya, decidió que era buena idea, en plena guerra, reactivar el “Grupo de Amistad México-Federación Rusa’’, contradiciendo en los hechos la posición mexicana en la Organización de las Naciones Unidas.

Pero ¿qué más podía esperarse de Anaya y su franquicia?

El problema es que, aún siendo pequeño el gesto de Anaya con Rusia, las consecuencias políticas pueden ser graves.

Anaya parece no recordar al vecino y más importante socio comercial que tenemos y con el cual aparentemente había coincidencia en la condena de la invasión Rusia a Ucrania.

A la reunión celebrada en San Lázaro acudió el embajador ruso, Víktor Koronelli, quien escuchó la “preocupación por la paz’’, pero ninguna condena por la invasión que ha provocado la migración forzada de 10 millones de seres humanos y un número desconocido de muertos, heridos y desaparecidos.

¿Ahora sí tendrá alguna opinión el canciller Marcelo Ebrard o dirá que ese “es otro tema’’?

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Ayer se presentó en el Senado el plan de trabajo para la dictaminación de una nueva Ley de Ciencia y Tecnología, que será redactada en conferencia.

Es decir, que serán las comisiones de Ciencia y Tecnología del Senado de la República y de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados las encargadas de elaborar el dictamen.

Lo curioso es que tratándose de ciencia y tecnología, no haya sido invitada la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, que seguramente mucho podrá aportar al debate más allá de la frase con la que pasará a la historia de este país, “ciencia neoliberal’’.

O quizá porque se trata de un asunto serio no fue invitada.

El que sí estuvo en el evento fue el rector de la UNAM, Enrique Graue, quien reiteró que “no pueden existir estrategias económicas y sociales sólidas sin una política científica y tecnológica integral y de largo alcance’’.

¿Ya escucharon?

LEG