¿Quién diría que el concepto de las familias muégano sería tan universal en nuestra época? Algo considerado tal vez demasiado latino también existe en otras culturas, como lo pone en evidencia la nueva propuesta de Disney/Pixar, Red, disponible en la plataforma de Disney+.

Aquí nos presentan a Mei Mei, una adolescente que se convierte en un panda rojo gigante cuando siente emociones intensas. Ella, una adolescente oriental viviendo en el Canadá de los 2000, es constantemente presionada por sus padres para ser la niña perfecta.

La cinta toca muchos temas, haciendo particular énfasis en la pubertad. Sin embargo, me voy a enfocar en dos aspectos clave, demasiado cercanos a México, y ambos conectados con nuestro concepto de familia.

Las demasiado cercanas claramente tienen sus beneficios, pero pueden tornarse desagradables cuando su “apoyo” es frustrarse ante las decisiones de independencia de otras personas bajo su círculo. Sin entrar en detalles —para no arruinar la película a quien no la haya visto—, uno de los mensajes centrales de la historia es la aceptación de crecer, no sólo por quien está descubriendo su ser fuera de su nido, si no también por la imagen “perfecta” creada por los demás miembros de la familia.

Es doloroso desprenderse de esta foto, porque quizá la naturaleza de la persona en cuestión, su panda, no sea tan obediente, tierno y complaciente como creíamos. Pero lo más sano en ese tipo de dinámicas es divorciarse de la idea de cómo queremos que sea la vida de otras personas y simplemente dejarlos ser, aunque no aprobemos todas sus decisiones.

Dicha rebeldía, típica de la adolescencia, está perfectamente retratada en la relación madre e hija dentro de la historia: la madre, sobreprotectora, y la niña, dándose cuenta cómo sus deseos no se alinean con la pintura de Virgen María que ha estado presionada a evocar. Lo cual nos lleva al segundo tema: la familia numerosa.

Hay una escena difícil de borrar porque se siente demasiado latente. Una en donde las tías y la abuela de la protagonista comienzan a llenarla de consejos sobre qué debería hacer para enfrentar cierta situación, cuando ella ni quiere hacer eso. Cuando lo manifiesta, se desata el caos.

Este paralelo es tan cierto como para dejarlo a un lado: si un hijx se quiere independizar sin casarse, o decide estar solx, o vivir con su pareja sin la bendición de Dios… híjole, el grito estalla en el cielo. ¿Por qué a veces nos es tan difícil aceptar que las vidas de la gente, aunque sean de nuestra sangre, es de “cada quien”?

Red es una película fresca, inteligente y moderna, pero tiene un lugar especial en el colectivo mexicano por su contundente mensaje: crecer puede ser bestial no sólo para la persona viviendo esta etapa de cambio, sino para la familia que debe despegarse de la versión idílica de su nietx, hijx, sobrinx o cualquier miembrx del clan. Amar también es saber cortar lazos.

 

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