semáforo verde
Foto: Arturo Romero / Ni el calor evitó las aglomeraciones en Madero, la Alameda y Bellas Artes  

Es domingo y las familias en la capital del país inundan las arterias que llevan al corazón de la ciudad. Aprovechan el buen tiempo y el avance positivo en la alerta contra la pandemia de Covid-19 para descansar, pasar un tiempo en familia, divertirse o encontrar aquello que les falta y les permita desatenderse de las preocupaciones semanales y de la amenaza constante de una enfermedad que ha azotado al país desde hace dos años.

Ha pasado una semana desde que la Ciudad de México transitó al color verde en el Semáforo Epidemiológico y resultan indescifrables las palabras que componen el murmullo generado por todos los citadinos reunidos en las calles del primer cuadro de la capital.

En la Alameda Central los niños buscan alivio en las fuentes ante los primeros calores que anuncian la primavera. Sus gritos se mezclan con la música, y el aviso “de 10, las nieves de a 10” los atrae mientras jalan a sus papás para que les compren una bola de limón o mango.

“Pero no te quites el cubrebocas”, le dice Ana a su hijo, pues como recuerda “aunque el semáforo baje, la pandemia sigue”. Los ojos del infante se tornan redondos y asiente mudo por el helado que ahora come para mitigar el calor reflejado en el suelo de mármol del parque.

Aunque algunos parecen olvidar la última ola de contagios y portan el cubrebocas como un accesorio, hay quienes ya no lo usan en absoluto. Otros no se bajan la mascarilla a pesar de los 28 grados centígrados que marca el termómetro.

 

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