Dicen que en la guerra y en el amor todo se vale… pero apapachar así a un dictador como Nicolás Maduro, sí parecería un exceso.

Aunque, lo dicho, esta es una guerra económica como respuesta a la artera invasión de Rusia a Ucrania, y el impresentable Presidente de Venezuela sirve, sin duda, para los propósitos energéticos de Estados Unidos.

El presidente estadounidense, Joe Biden, decidió imponer un veto a las importaciones de hidrocarburos de Rusia y eso implica la necesidad de sustituir esas importaciones.

Para ello se hacen algunas llamadas a los aliados y se echa mano de personajes como Nicolás Maduro, quien un día es capaz de dar su apoyo total a Rusia en su invasión a Ucrania y, literalmente, al día siguiente, decir que se ven muy bonitas las banderas unidas de Venezuela y Estados Unidos, como debe ser.

Ese es el dictador Maduro, quien debería estar en cualquier otro lugar y no al frente de un Gobierno autoritario en Venezuela, pero resulta que ese país sudamericano está asentado en la mayor reserva petrolera de todo el planeta.

Ya le mandó decir Vladimir Putin a Nicolás Maduro que no puede garantizar la seguridad de los depósitos de las fortunas de los funcionarios y empresarios bolivarianos depositadas en los bancos rusos. Pero, aun así, esa puerta que ahora Estados Unidos le abre a la dictadura venezolana no la va a desaprovechar el sucesor de Hugo Chávez.

Rusia es para Venezuela una tabla flotando en el mar, es un país de desarrollo medio, lejano y sin verdaderos intereses en la región. Estados Unidos es, por el contrario, ese enorme portaaviones capaz de darle oxígeno a una economía quebrada en un país con una crisis humanitaria.

Por supuesto que más de un republicano en Washington se paró de pestañas para protestar en contra de la decisión del presidente Joe Biden de acercarse al dictador sudamericano en busca de barriles de petróleo.

Pero, incluso los más trumpistas de los opositores del Presidente demócrata entienden el pragmatismo de la medida y dimensionan que el verdadero enemigo no es el folklórico mandatario venezolano, sino la Rusia de Vladimir Putin. Como sea, aprovecharán lo escandaloso de la noticia para sacar provecho político.

Realmente Estados Unidos puede suplir sus necesidades de importación de energéticos con muchas fuentes, pero el verdadero paso adelante para ganar la guerra económica contra Rusia está en dotar de mayor diversidad de fuentes de hidrocarburos a Europa para que se puedan zafar de la dependencia que tienen con el país invasor.

Venezuela es muy útil para ese propósito, por ello este es un momento en que Estados Unidos se relajará con las sanciones hacia ese país sudamericano y Nicolás Maduro sentirá como vuelve a correr la sangre por sus venas para mantener su régimen antidemocrático aceitado con muchos, muchísimos dólares.

Cuando eventualmente la guerra económica con Rusia termine y pueda volver cierta normalidad a los mercados energéticos del mundo, seguro que Estados Unidos volverá a poner atención en las “deficiencias democráticas” de Venezuela. Pero, por lo pronto, están cerca de tener muchos barriles de petróleo venezolano y a un dictador contento, muy contento.

 

@campossuarez