Karla Aguilar y Héctor Zagal

(egresados de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

¿Han escuchado hablar de las olas del movimiento feminista? Esta metáfora suele usarse para entender cómo el feminismo ha evolucionado a lo largo de la historia y para reconocer sus auges y repliegues. Cada ola se distingue de otra según las críticas y demandas hechas, los objetivos a alcanzar y el contexto histórico en el que surge. La noción de oleaje se incorporó al vocabulario internacional de los movimientos sociales en las décadas de los 60 y 70. Fue el Movimiento de Liberación de las Mujeres quien se definió a sí mismo como la segunda la del feminismo. Con esto se distanciaban de ciertos prejuicios (señalados como racistas y clasistas) del feminismo en el pasado, pero se identificaban con algunos de sus logros.

La historiadora mexicana Gabriela Cano ha apuntado que la utilidad de la metáfora de las olas tiene sus límites. Si bien permite ordenar y caracterizar etapas históricas del feminismo, pierde poder descriptivo cuando se pretender profundizar más en cada momento de la historia del movimiento feminista. Y es que aunque podamos hablar de primeras olas feministas tanto en México como en Estado Unidos o Francia, este concepto puede dejar fuera momentos históricos relevantes para cada sociedad. Eventos tan importantes como la Revolución francesa (1789-1799), la Revolución de las Trece colonias (1763-1783) o la Revolución mexicana (1910-1920) hacen que el movimiento feminista sea una expresión concreta y distinta en cada sociedad. Les platico, a modo de resumen general, cómo pueden caracterizarse estas olas feministas.

Por lo general, la primera ola se caracteriza por exigir reconocimiento político de la mujer, lo cual implicaba el derecho al voto y a la igualdad salarial y legal. Esta igualdad legal demandaba mayor libertad dentro del matrimonio y el derecho a ser heredera. Se considera que duró desde la Revolución francesa hasta la segunda mitad del siglo XIX. Esto al menos en Europa, pues en Estados Unidos se extiende desde la Convención de Seneca Falls en 1848 hasta el establecimiento del voto femenino en 1920. En México, se considera que la primera ola inicia en 1916 con el Congreso Feminista celebrado en Yucatán. Aunque entonces se había exigido el voto femenino, éste llegó hasta octubre de 1953. Esto porque cuando Hermila Galindo propuso incorporar el derecho al voto de la mujer en la Constitución, muchos de los varones consideraban que no debía reconocérsele tal derecho. Los legisladores dijeron que no porque algunas mujeres excepcionales tuvieran las condiciones necesarias para ejercer sus derechos políticos, se le debían conceder a todas las demás. ¿Cómo ven?

Se considera que la segunda ola abarca la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad el siglo XX. Entonces se lucha por el sufragio universal, es decir, sin límite alguno por el género, pero tampoco por la raza. La noción de “mujer emancipada” aparece en esta segunda ola debido a la Primera Guerra Mundial. Fue entonces que las mujeres salen de sus hogares para formar parte de la fuerza laboral y gozar de un sueldo propio. Esta inclusión en las fuerzas de producción abre una brecha en el movimiento para posturas políticas revolucionarias como el socialismo y el comunismo. Entonces el feminismo toma una actitud crítica respecto al papel de la mujer desde una perspectiva marxista; su condición es estudiada como una persona oprimida y explotada sexual y económicamente, como propiedad privada, como mercancía. Por ello no es raro que sea en este momento del movimiento feminista que se inician campañas de control de natalidad y que se abriera la conversación para hablar sobre la apropiación del cuerpo a través de derechos sexuales y reproductivos.

La tercera ola, por lo general, llega en la década de los 60. Entonces se critican ya no sólo las condiciones externas de la mujer, sino la noción misma de mujer. Surge una amplia discusión sobre qué es aquello que llamamos mujer y que llamamos femenino. El análisis crítico de la noción de mujer permite diluir la supuesta esencia y naturaleza femenina para que se tomen en cuenta las vivencias individuales de cada mujer y grupo de mujeres. En esta ola se despliega con fuerza lo que se conoce como teoría de género. Ésta reconocer los diferentes mecanismos de construcción y opresión de la noción de mujer, desde su sexualidad hasta su condición social y política.
Algunos hablan ya de una cuarta ola del feminismo en el que se incluyen movimientos radicales y que están relacionados con luchas ecológicas. Esta cuarta ola se relaciona también con el uso de los medios cibernéticos para la exposición de la vivencia femenina en la actualidad.

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@hzagal