Mauricio Juárez

 

El premeditado ataque del presidente López Obrador a periodistas y medios de comunicación es parte de la estrategia de Palacio Nacional para que se deje de hablar de la Casa Gris de Houston que habitó José Ramón López Beltrán, y cuyo propietario es un exdirectivo de la empresa Baker Hughes, proveedora de Pemex.

Y el tabasqueño logró, a través de la polarización, distraer la atención sobre un posible conflicto de interés. El tema de conversación ahora es la revelación de los supuestos ingresos de Carlos Loret de Mola, aunque con ello se haya violado la ley.

Sin importar a qué costo, el Presidente quiere preservar su narrativa contra la corrupción, aunque la tenga en casa.

A pesar de que hay quienes dicen que la comunicación política de Palacio Nacional falló, es todo lo contrario. El Presidente lanzó un contragolpe y logró cambiar la conversación. Ahora se habla más de Loret que de López Beltrán.

Pero los ataques y los cinco asesinatos de periodistas en lo que va del año lograron unificar a una parte de los periodistas, quienes, sin embargo, se topan con un Presidente cegado por su sed de venganza.

López Obrador se equivoca de adversarios. Los verdaderos enemigos son los que asesinan y desplazan con violencia de sus comunidades a personas inocentes.

Sabe que no hay una ley que obligue a un particular a informar sus ingresos, pero utiliza su poder para intimidar, revelando información que solo pueden tener el SAT y Hacienda. Es inadmisible que se excite al odio solo por criticarlo.

La bancada de Morena en el Senado llegó al absurdo de llamar “traidores a la patria”, a quienes se oponen al Gobierno. México no es una dictadura, es una democracia (en riesgo) en donde oponerse es el derecho de cualquier mexicano.

López Obrador evita hablar de las minas antipersonales en Michoacán; de las extorsiones a productores de aguacate y amenazas a inspectores estadounidenses; de las mujeres y periodistas asesinados; de los más de 112 mil homicidios dolosos en tres años de Gobierno; de la violencia en Zacatecas, Sonora y Colima.

Los narcotraficantes no merecen un adjetivo presidencial. El 20 de octubre de 2020, en su conferencia matutina, se disculpó por llamar Chapo a Joaquín Guzmán Loera, pero a los periodistas los llama corruptos, mercenarios, sin ideales, sin principios.

El martes, los reporteros que cubren las cámaras de diputados y senadores protestaron por los asesinatos de periodistas y por los ataques desde Palacio Nacional y Morena. Y ayer en la conferencia matutina no hicieron preguntas al mandatario.

La solidaridad no debe ser efímera. Los ataques no van a cesar, pero tampoco hay que olvidar que los asesinatos de periodistas se dieron, también, en sexenios anteriores.

 

Directo. El INAI rechazó la solicitud del “ciudadano” López Obrador para “hacer públicas las percepciones, los bienes y origen de la riqueza” de Loret de Mola. Esto provocará la furia presidencial contra la institución que le estorba y que quiere desaparecer.

 

@maurijua