Foto: Cuartoscuro / Adolescentes y jóvenes han sido uno de los sectores que más ha padecido el encierro  

A más de año y medio de confinamiento por la pandemia de Covid-19, los adolescentes y jóvenes han sido uno de los sectores que más ha padecido el encierro, toda vez que por naturaleza, esta es la etapa de desarrollo en la que se requiere de mayor socialización y al no lograrlo se generan sentimientos de frustración, tristeza y enojo, entre otros, señalaron especialistas.

Expertas en psicología entrevistadas por 24 HORAS coincidieron en que la emergencia sanitaria causó un impacto psicológico, social y físico en ese grupo etario.

La doctora Angélica Juárez Loya, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), refirió que la mayoría de los jóvenes sienten frustración por no poder salir de sus casas y regresar a clases presenciales.

“La mayoría de los jóvenes reporta sentirse con mucha frustración, con sensación de aburrimiento”, incluso –mencionó– que algunos universitarios tuvieron que abandonar la escuela para trabajar, toda vez que, en muchas familias, sus integrantes perdieron el empleo.

La pérdida de hábitos y rutinas con las cuales los jóvenes interactuaban es una de las causas que pudieron alterar su bienestar psicológico y físico, tales como sobrepeso, alteraciones del sueño y estrés, manifestó.

Incluso, señaló que en algunos casos ya se están empezando a ver trastornos por estrés postraumático, caracterizado por tener mucho miedo, pesadillas, entre otros.

En tanto, la doctora Cynthia Ivonne Peña Patiño, especialista en psicología de la Universidad La Salle, consideró los principales golpes de la pandemia entre jóvenes son el contacto social y el proceso de aprendizaje escolar.

En un estudio clínico que se realiza en esa universidad, comentó, se ha desprendido que existe frustración y depresión entre los jóvenes por no asistir a la escuela, lo que ha acentuado la ansiedad y depresión.

“Ha habido mucha frustración en los jóvenes, porque además esta edad es la etapa en donde se quiere tener experiencias con otras personas, conocer, ir a lugares y con estas condiciones se han restringido y limitado, lo que genera mucha frustración”, expresó.

LAS FORTALEZAS

Las especialistas enfatizaron que también hubo cambios positivos, principalmente la convivencia con la familia.

Peña Patiño resaltó la adaptabilidad que tienen los jóvenes para utilizar los medios electrónicos no sólo como entretenimiento, sino también con fines educativos.

Mientras que Juárez Loya destacó que la pandemia permitió comprobar que los jóvenes tienen una capacidad muy alta de reponerse a las crisis y de ser resilientes a pesar del duelo o de los propios problemas.

En lo que va de la pandemia, los contagios entre las personas cuya edad oscila entre los cero y 29 años suman un millón 466 mil 295, de acuerdo con la Secretaría de Salud; lo que representa 29% del total de contagios confirmados.

Pato: 2 años de vida, 2 años de encierro forzado

Por: Ángeles Gutiérrez

Patricio tiene tan solo dos años -24 meses, 576 horas o 3 mil 456 segundos- de vida y toda, toda ella, se la ha pasado confinado en su casa a causa del Covid-19.

Nació el 11 de febrero de 2020 -será generación pandemia– y apenas un mes después nos “encerraron” por los contagios.

Todas las ganas de verlo, gozarlo o apapacharlo se vieron frustradas para la familia. Imposible acercarse a él con lo que vivimos.

Desde su llegada al mundo, Pato ha tenido salidas esporádicas al pediatra o alguna compra, muy necesaria; aunque a finales del año pasado visitó un par de veces el parque, en horas poco comunes, para no encontrar mucha gente. Él no sabe lo que es convivir con otros niños.

Su primer “paseo”, varios meses después de su nacimiento, fue una vuelta en auto, donde el aire de la calle, que nunca había sentido, parecería que lo ahogaba.

La interacción con el mundo real ha sido a través de sus papás, sus abuelos y sus padrinos.

Durante estos dos años la relación con el resto de la familia se ha dado a través de las pantallas del teléfono o la computadora, la mayoría de las veces, por protección para él.

La primera vez que lo vimos en persona, casi 11 meses después de su nacimiento, fue muy huraño, no nos conocía, aunque ahora, parece que ya nos identifica gracias a la tecnología.

Pato, como millones de niños que nacieron en la pandemia, ha visto un cierto retraso en su desarrollo por el mismo encierro: caminó un poco más tarde, casi no habla, no es muy bueno con la coordinación, tiene cierto conflicto para relacionarse con las personas.

La celebración de su bautizo fue con un pequeñísimo grupo. Su cumpleaños número uno, pintaba para ser una gran celebración por ser el bebé de la familia, pero la pandemia nos obligó a festejarlo a distancia, por computadora, y con un pastel en cada una de las casas de sus tías abuelas.

Dentro de unos días, Patricio cumplirá dos años, la fiesta sonaba para ser, ahora sí, un gran pachangón, aunque todo indica que el Covid nos volverá a jugar una mala pasada.

Pero no importa, así, encerrado, sin muchas personas cerca, es el mejor bebé del planeta: cariñoso, sonriente, ocurrente y un verdadero desmadre.

‘Extraño poder salir sin miedo a contagiarme’

Por: Valeria Chaparro y Arturo Romero

Diana Ayala, recién egresada de la carrera de Relaciones Internacionales, tuvo que cursar la mitad de sus estudios a distancia. “Durante 2020, cuando todo era muy incierto, me aislé por completo desde marzo hasta noviembre. Cuando salí tomé mis precauciones”.

Sin embargo, comentó la joven, las actividades de antes cambiaron, pues si bien su desempeño escolar siguió con buen ritmo, había prácticas que considera, eran más sencillas en los cursos presenciales; hasta salir con sus amigos se volvió diferente.

“Dejé de asistir a eventos masivos, conciertos y festivales para ser más exacta. Todo quedó pospuesto o cancelado. Y pues el salir con amigos a algún bar o antro también quedó descartado; extraño poder salir sin miedo a contagiarme, ir a lugares cerrados sin estar pensando si después vas a enfermar”.

En tanto, Jorge Iván Peralta Bravo estudia ciencias de la comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana y trabaja conduciendo un Uber. De la pandemia ha visto más de una cara. “Estuve en cuarentena a causa del Covid en la primera oleada, durante los meses de abril a junio del 2020”.

Al hablar sobre sus clases destaca que “el no tener un aula o un lugar designado para el estudio que te permita mantener la atención, hace aburridas las clases y que no se aprovechen”. Jorge Iván asegura que sus calificaciones no han bajado, pero sí ha perdido el entusiasmo por el estudio.

Del encierro aprendió que puede generar distanciamiento familiar e incluso conflictos. También descubrió “el cambio en las personas, lo notas en el tránsito y ves cómo las calles, poco a poco, fueron retomando la afluencia”.

Recuerda que al inicio de la pandemia la ciudad se veía vacía, pero en los últimos meses se relajaron las medidas sanitarias y ahora “la gente cree que el virus no es tan agresivo para todos. Incluso hay quienes ya no traen cubrebocas”.

Explotan vida virtual

Por: Rosario Pérez

Sara y Efrén parece que se prepararon toda su vida para el confinamiento que provocó la pandemia de Covid-19… Hoy a sus 19 y 23 años han llevado su vida académica, social, y hasta laboral al terreno digital.

Efrén aprendió a usar el mouse de una computadora antes que a caminar, le cuenta su mamá, los juegos que más le gustan están en la computadora, lo mismo que sus tareas, las cuales aprendió a trabajar el línea, desde antes de la emergencia sanitaria.

El primer confinamiento lo sorprendió previo a su cumpleaños, ya no pudo realizar su fiesta que ya estaba planeada con sus amigos, pero nunca perdió la comunicación con ellos, siguieron con los videojuegos en la misma forma que lo hacían antes.

En lo académico decidió hacer una pausa en sus estudios de Ingeniería en Electrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM:

“Mi área es más práctica, laboratorios y ciencia. Los profesores de la universidad hicieron lo posible para trabajar con simuladores, pero la universidad se negaba a financiar equipo que los profesores nos decían, con toda la pena del mundo, que debíamos comprar, por eso pedí una baja temporal mientras trabajaba, tanto presencialmente como en home office. Ya regresé a clases y salgo con mis amigos…”, comenta.

Sara pertenece a una generación que ha enfrentado varias contingencias: vivió una inundación que la dejó atrapada junto con sus compañeros del Colegio Madrid en un autobús en el Periférico cuando regresaban de una práctica de campo, también estuvo con ellos el sismo de septiembre de 2017, estaba en clases y no pudieron regresar al plantel por varias semanas, ahí aprovecharon las herramientas digitales.

El confinamiento la sorprendió en el último semestre del CCH en el mismo plantel… todo lo cerraron en línea, ya tenían esquemas académicos para trabajar a distancia, que afinaron… lo que no pudieron realizar en ese momento fue su ceremonia de graduación que apenas celebraron en noviembre pasado, cuando al fin el semáforo verde lo permitió, todo con sana distancia y cubrebocas.

“Para mí ha estado bien, este tiempo me ha servido para estar con mi hermano y mi mamá que casi no veía por los horarios de su trabajo y de mi escuela… Aproveché el tiempo para hacer cursos, emprender un negocio de cupcakes y para jugar con mis amigos, todo el línea”, comparte Sara.

Un par de resilientes de la generación digital.

Niños añoran jugar y ver a sus amigos

Por: Valeria Chaparro y Arturo Romero

A sus 10 años, Avril Cuevas junto a su familia vivió completamente aislada durante cerca de siete meses. Al reducir los contagios y “cuando ya estábamos en semáforo verde”, la familia reanudó sus actividades, pero sólo aquellas que eran necesarias y siguiendo los protocolos sanitarios.

Durante el encierro sus días eran siempre iguales, “me paraba a las siete, a veces me bañaba, desayunaba y ya me conectaba a mis clases en línea. Después, la tarea y ya más tarde jugaba. A veces jugaba un videojuego, con mis muñecas o con mis perros o a veces también con mi tableta”.

Las clases de natación fueron cambiadas por zumba a través de internet.

Avril contó con la tecnología para tomar las clases virtuales, método que le gusta porque duerme y descansa más. Sin embargo, añora su vida pasada.

“Me iba mejor en presencial… Al principio cambiaron mis calificaciones. Siento que ahí (en la escuela) aprendo más y puedo ver a mis amigos. Extraño estar sin cubrebocas, porque no puedes respirar, salir más seguido, jugar y abrazar a mis amigos y visitar a mi abuelita”.

Otro caso similar es el de Leonardo Marín Peralta, también tiene 10 años. A su corta edad resiente los estragos del distanciamiento social. “Me da tristeza que no haya juegos, los cierran para que no nos contagiamos y para que el Covid no vuelva a estar duro”.

Leonardo asegura que se siente desesperado pues “aunque podamos vernos en videollamada, no podemos festejar cumpleaños o salir”. Por eso, pidió que todos sigan las medidas de cuidados sanitarios “para que el Covid-19 se vaya pronto”.

Para este pequeño, el cierre de las escuelas también le preocupa, porque no pueden ir diario a clases y tampoco convive con sus compañeros como lo hacía antes.

‘Me gustaría que me vacunaran, me siento en peligro’

Por: Karina Aguilar

A raíz de la pandemia, Isabella ha decidido hacer Homeschooling (educación en casa), las clases en línea en una escuela tradicional no resultaron lo que ella esperaba y por lo tanto, para cursar el sexto año de primaria, se inscribió en plataformas con validez oficial por parte de la Secretaría de Educación Pública, en las que decide sus horarios, sus clases y, le permite darse el tiempo para emprender y ser conductora de un programa de radio.

Isabella, como muchos otros niños y niñas lleva más de año y medio sin pisar una escuela, pero advierte que no quiere hacerlo mientras siga latente el contagio por Covid-19 y ella no tenga una dosis de la vacuna.

“Sí me gustaría regresar sólo que cuando yo me sienta segura y que este tema del Covid baje un poco para que yo no me sienta en peligro, ya que no estoy vacunada y me gustaría que me vacunaran, porque yo me siento en peligro, me siento en riesgo, tengo miedo de contagiarme, es importante que tomen en cuenta a los niños que van a estudiar para que nos vacunen”, pidió.

Recordó que cuando inició el confinamiento por CoviCuartd, se sintió sorprendida al ver que un virus causara que todos nos tuviéramos que encerrar en nuestras casas para no contagiarnos “y fue en ese momento cuando reaccioné que este virus es peligroso y me tengo que cuidar, lo tomé muy calmada, pero después de varios meses me sentía como león enjaulado”.

Acostumbrada a ir a la escuela, a entrenar escalada y salir a jugar con sus amigos, Isabella tuvo que encontrar nuevas maneras de entretenerse y decidió emprender aprovechando las herramientas tecnológicas y está a punto de cumplir un año con el programa de radio por internet “La Mattina con Isabella”.

LEG