Adrian Trejo
 

A principios del año 2006, Felipe Calderón no figuraba como el candidato fuerte del PAN a la Presidencia de la República; seis meses después ganaba la elección.

Un panista de viejo cuño, entrevistado sobre las posibilidades de que Calderón ganara la Presidencia sin tener la exposición mediática que otros funcionarios del gabinete foxista tenían, respondió:

“En México se puede fabricar un candidato presidencial en seis meses’’.

A juzgar por los resultados de la elección, ese panista tuvo razón.

Quizá esa sea la apuesta de los panistas también en este sexenio.

Sin figuras destacadas a nivel nacional, el PAN representa hoy la oposición a Morena, dados los devaneos del PRI con Morena y la casi nula existencia del PRD.

El PAN no ha podido -como tampoco ha hecho el resto de la oposición-, capitalizar los yerros de la administración federal, que no son pocos.

En parte se debe a que gran parte del tiempo lo han dedicado a la confrontación interna; el partido se fragmentó a partir de la llegada de Marko Cortés a su presidencia.

No es el principal responsable, desde luego; el panismo ya venía arrastrando problemas de división desde el 2012, pero la perredización ocurrió con la llegada del michoacano.

Si la apuesta del panismo es construir un candidato a partir del 2023, como ocurrió en 2006, está cometiendo un grave error de cálculo.

En ese entonces, el panismo no tenía en contra el peso de los escándalos por presunta corrupción que se atribuye a sus cuadros destacados, comenzando por el excandidato presidencial Ricardo Anaya.

Cierto es que el triunfo de Calderón estuvo precedido de los sucesivos escándalos de los hijos de la señora Martha Sahagún, pero no había entonces los medios de comunicación y de interrelación que hoy existen y que han jugado un papel fundamental en el debate de la política nacional.

A nivel regional, el PAN tiene cuadros realmente valiosos, como el gobernador de Yucatán, Mauricio Vila, calificado en todas las encuestas serias como el mejor gobernador del país.

Si la apuesta panista fuera por alguno de sus gobernadores, Vila, Kuri, por ejemplo, ya se tardaron en la promoción de sus cualidades políticas.

¿Un candidato de la oposición en seis meses?

Ya veremos.

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El tiempo sigue corriendo y nada que de que el exgobernador de Baja California, Jaime Bonilla, se incorpore a la Subsecretaría de Gobernación que dicen que le ofreció el presidente López Obrador.

Ni el mismo Presidente ni el secretario de Gobernación Adán Augusto López aclararon si, efectivamente, Bonilla tenía ese lugar apartado en el Gobierno federal.

Ahora que ocurrió el asesinato de la periodista Lourdes Maldonado, quien acusó sentirse amenazada por Bonilla, se da por descartado que el exgobernador puede ocupar siquiera una dirección de departamento en el Gobierno federal.

Pero hay quienes insisten que “es cuestión de tiempo’’ para que el empresario tenga un lugar cerquita del Presidente.

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Tal como era previsible, grupos conservadores de la sociedad panameña han comenzado una cruzada en contra de la llegada de Jesusa Rodríguez como embajadora de México en ese país.

La influyente Alianza Panameña por la Vida y la Familia -algo así como un Provida local-, envió una carta al Presidente de su país para pedir que se rechace el nombramiento de la activista como embajadora por sus posiciones a favor del aborto y a favor de la mariguana, principalmente.

Quién sabe si el Gobierno panameño se arriesgue a darle otro descontón al mexicano por andar promoviendo a sus cuates sin preparación en la materia.

LEG