Foto: Cortesía / “Durante 2020, cuando todo era muy incierto, me aislé por completo desde marzo hasta noviembre. Cuando salí tomé mis precauciones”  

Diana Ayala, recién egresada de la carrera de Relaciones Internacionales, tuvo que cursar la mitad de sus estudios a distancia. “Durante 2020, cuando todo era muy incierto, me aislé por completo desde marzo hasta noviembre. Cuando salí tomé mis precauciones”.

Sin embargo, comentó la joven, las actividades de antes cambiaron, pues si bien su desempeño escolar siguió con buen ritmo, había prácticas que considera, eran más sencillas en los cursos presenciales; hasta salir con sus amigos se volvió diferente.

“Dejé de asistir a eventos masivos, conciertos y festivales para ser más exacta. Todo quedó pospuesto o cancelado. Y pues el salir con amigos a algún bar o antro también quedó descartado; extraño poder salir sin miedo a contagiarme, ir a lugares cerrados sin estar pensando si después vas a enfermar”.

En tanto, Jorge Iván Peralta Bravo estudia ciencias de la comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana y trabaja conduciendo un Uber. De la pandemia ha visto más de una cara. “Estuve en cuarentena a causa del Covid en la primera oleada, durante los meses de abril a junio del 2020”.

Al hablar sobre sus clases destaca que “el no tener un aula o un lugar designado para el estudio que te permita mantener la atención, hace aburridas las clases y que no se aprovechen”. Jorge Iván asegura que sus calificaciones no han bajado, pero sí ha perdido el entusiasmo por el estudio.

Del encierro aprendió que puede generar distanciamiento familiar e incluso conflictos. También descubrió “el cambio en las personas, lo notas en el tránsito y ves cómo las calles, poco a poco, fueron retomando la afluencia”.

Recuerda que al inicio de la pandemia la ciudad se veía vacía, pero en los últimos meses se relajaron las medidas sanitarias y ahora “la gente cree que el virus no es tan agresivo para todos. Incluso hay quienes ya no traen cubrebocas”.

 

LEG