Foto: Cortesía / “Para mí ha estado bien, este tiempo me ha servido para estar con mi hermano y mi mamá que casi no veía por los horarios de su trabajo y de mi escuela"  

Sara y Efrén parece que se prepararon toda su vida para el confinamiento que provocó la pandemia de Covid-19… Hoy a sus 19 y 23 años han llevado su vida académica, social, y hasta laboral al terreno digital.

Efrén aprendió a usar el mouse de una computadora antes que a caminar, le cuenta su mamá, los juegos que más le gustan están en la computadora, lo mismo que sus tareas, las cuales aprendió a trabajar el línea, desde antes de la emergencia sanitaria.

El primer confinamiento lo sorprendió previo a su cumpleaños, ya no pudo realizar su fiesta que ya estaba planeada con sus amigos, pero nunca perdió la comunicación con ellos, siguieron con los videojuegos en la misma forma que lo hacían antes.

En lo académico decidió hacer una pausa en sus estudios de Ingeniería en Electrónica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM:

“Mi área es más práctica, laboratorios y ciencia. Los profesores de la universidad hicieron lo posible para trabajar con simuladores, pero la universidad se negaba a financiar equipo que los profesores nos decían, con toda la pena del mundo, que debíamos comprar, por eso pedí una baja temporal mientras trabajaba, tanto presencialmente como en home office. Ya regresé a clases y salgo con mis amigos…”, comenta.

Sara pertenece a una generación que ha enfrentado varias contingencias: vivió una inundación que la dejó atrapada junto con sus compañeros del Colegio Madrid en un autobús en el Periférico cuando regresaban de una práctica de campo, también estuvo con ellos el sismo de septiembre de 2017, estaba en clases y no pudieron regresar al plantel por varias semanas, ahí aprovecharon las herramientas digitales.

El confinamiento la sorprendió en el último semestre del CCH en el mismo plantel… todo lo cerraron en línea, ya tenían esquemas académicos para trabajar a distancia, que afinaron… lo que no pudieron realizar en ese momento fue su ceremonia de graduación que apenas celebraron en noviembre pasado, cuando al fin el semáforo verde lo permitió, todo con sana distancia y cubrebocas.

“Para mí ha estado bien, este tiempo me ha servido para estar con mi hermano y mi mamá que casi no veía por los horarios de su trabajo y de mi escuela… Aproveché el tiempo para hacer cursos, emprender un negocio de cupcakes y para jugar con mis amigos, todo el línea”, comparte Sara.

Un par de resilientes de la generación digital.

 

LEG