Francisco Diez Marina Palacios

 

México ya no forma parte de las 15 economías más robustas del mundo. A lo largo de los últimos años ha descendido posiciones. En la primera década de este siglo se encontraba en el lugar 12, mientras que para la segunda década cayó al 13 y 14 sitios. Actualmente nuestro país ocupa el puesto número 16.

En 1980, la economía mexicana produjo 205 mil millones de dólares. Cuarenta años después, en 2021, su PIB fue de 1.04 billones de dólares. A primera vista pareciera que México expandió el tamaño de su economía de manera notoria; sin embargo, países similares al nuestro han tomado ventaja en el camino.

En el caso de Indonesia, su economía representaba poco más de un tercio que la mexicana en 1980, es decir, 72 mil 480 millones de dólares. Ahora, su PIB es de 1.09 billones de dólares. Otro ejemplo paradigmático es Corea del Sur, cuyo PIB era de 65 mil millones de dólares en 1980 —inclusive menor que el de Indonesia—, y que hoy produce bienes y servicios por un valor de 1.56 billones de dólares. Este par de naciones han reflejado verdaderos patrones de crecimiento desde hace cuatro décadas. ¿Cuáles fueron sus diferenciadores?

A partir de la segunda mitad del siglo XX, Corea del Sur —uno de los cuatro “tigres asiáticos” junto con Taiwán, Hong Kong y Singapur—, implementó una política industrial que lo impulsó a tener, en nuestros días, patentes en industrias como la electrónica y la automotriz, al tiempo que ser uno de los mayores productores de semiconductores. No en vano es la décima economía del orbe.

Robert M. Solow, Premio Nobel de Economía (1987), sostuvo que el motor del crecimiento económico es el progreso tecnológico. Paul Romer, uno de los galardonados del Nobel de Economía en 2018, fue más allá y planteó que las ideas de los agentes económicos y los esfuerzos de innovación también son cruciales al hablar de crecimiento. Estos países tenían presente lo que Solow y Romer expusieron y, en consecuencia, decidieron invertir en dos sectores clave: ciencia y tecnología.

En aproximadamente cuatro décadas China e India de igual modo superaron a México. Su economía era menor a la mexicana en 1980. Ahora, la economía de India es 2.5 veces mayor que la de México y la de China es 14 veces más grande.

China no sólo es referente en crecimiento, sino en desarrollo económico —en lo que respecta al alivio de la pobreza extrema—. En menos de una década casi 100 millones de chinos salieron de esta condición. Este logro se debió al traslado de la población rural al ámbito urbano y las metrópolis. De acuerdo con el reporte titulado Estudios de alivio de la pobreza en China: una perspectiva de economía política: “[…] en la década de 1990, por cada punto porcentual de aumento en el PIB de China, la población rural pobre se redujo en un 0.8 por ciento”.

Ahora bien, ¿qué elementos se observan en los países desarrollados? Daron Acemoglu y James A. Robinson encontraron que las siguientes características son determinantes: i) mejores instituciones; ii) incentivos para los agentes económicos; iii) mecanismos de control político y rendición de cuentas; iv) Estado de derecho y tribunales autónomos; v) mayor seguridad en derechos de propiedad; vi) inclusión y pluralismo; y vii) estabilidad política, económica y social.

Estos objetivos requieren una estrategia con perspectiva a largo plazo. No se trata de un asunto ideológico; los hechos están puestos sobre la mesa. ¿Nos quedaremos atrás o actuaremos en consecuencia? México debe recobrar su protagonismo dentro de las 15 economías más importantes del mundo.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

 

Consultor y profesor universitario

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