Héctor Zagal

Piñatas y misas de aguinaldo
Héctor Zagal
(Profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

¿Cómo van de posadas? ¿Ha cuántas han asistido? ¿Alguna de ellas ha sido tradicional? Pues les cuento que la posadas comenzaron en la Nueva España como una celebración religiosa. Eran un novenario para celebrar la fiesta del 25 de diciembre, el día de Navidad. Si se fijan, la primera es el 16 y, si nos ponemos muy técnicos, la última posada es la de Nochebuena, justo el día 9.

Allá por el siglo XVI, se empezaron a celebrar las misas de aguinaldo, costumbre que se generalizó durante el virreinato. La primera se celebró en el poblado de San Agustín de Acolman en 1587, en el Valle de México. Fray Diego de Soria, prior del convento de San Agustín, consiguió del papa Sixto V un permiso para celebrar en la Nueva España las misas de aguinaldo. Se llamaban así, porque la misa se ofrecían como un obsequio de Navidad. Estas misas eran, al parecer, especialmente coloridas, pues se permitían cantos en lenguas indígenas. Poco a poco, estas misas se fueron dezplazando hacia las capillas de las haciendas y a las parroquias de los barrios, donde a la celebración se enrqueció con la procesión de los peregrinos y una pequeña colación, es decir, algo de comer.

Para el siglo XIX, aún durante el virreinato, las posadas ya eran toda un reventón y las autoridades, asustadas por el rumbo que estaban tomando las cosas, tomaron cartas en el asunto. El arzobispo de México publicó en el Diario de México del 17 de diciembre de 1808 una flamígera prohibición de “coloquios, jornadas o funciones que se tienen por las noches en casas particulares por considerarlos un mero pretexto para el desorden, los bailes y otras diversiones incompatibles con la veneración del sagrado misterio de la época navideña”. Je, je, ya se ve que los novohispanos le hicieron mucho caso. ¿Se imaginan si la prohibición hubiese sido acatada? Hoy no habría posadas.

Un rasgo esencial de una posada es la piñata. La palabra proviene del italiano pignatta, olla de barro en forma del fruto del pino. Según algunos, el viajero Marco Polo observó que en China la gente tenía por tradición romper la figura de un buey relleno de semillas para celebrar el año chino. Marco Polo, entonces, habría llevado esta tradición a Italia, donde fueron utilizadas como parte de las festividades de Cuaresma. Entonces empezó a tener un significado religioso. De España, la piñata pasaría a España y de ahí a la Nueva España. Pero, la verdad, es que no he podido documentar esta leyenda. No conozco la fuente y es qué, con frecuencia, se invoca a Marco Polo para explicar un sinnumero de costumbres, desde los spaguetis, hasta los helados…

La piñata clásica tiene siete picos que representan los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. La venda en los ojos de quien le pega simboliza la fe; pues la persona religiosa no ve con los ojos sensibles, sino con los ojos de la fe. El palo representa la fuerza de la virtud que acaba con los vicios con los que el diablo tienta al hombre. Cuando rompemos la piñata, recibimos los bienes de Dios, simbolizados por las frutas y golosinas

¡Feliz navidad! @hzagal

EG

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana