Foto: AFP Poner un alto al “naufragio de la civilización”, fue lo que pidió el papa Francisco durante su visita a Mavrovouni  

Poner un alto al “naufragio de la civilización”, fue lo que pidió el papa Francisco durante su visita a Mavrovouni, un campo de refugiados en Lesbos, la isla Griega que en 2015 se convirtió en la principal puerta de entrada a Europa y en emblema de la crisis migratoria proveniente de Siria.

Ayer, la cabeza de la iglesia católica habló ante un pequeño grupo de migrantes -solicitantes de asilo- a quienes se les permitió asistir a escuchar la oración y el discurso que enunció cinco años después de su última visita, y en el que lamentó que el Mar Mediterráneo, “cuna de tantas civilizaciones” sea hoy “como un espejo de la muerte”. La causa de los refugiados sigue siendo la piedra angular de este 35 viaje del papa, y de todo su pontificado.

El Papa “está convencido de que la cuestión de los migrantes es la mayor catástrofe humanitaria tras la Segunda Guerra Mundial”, según el escritor italiano Marco Politi, especializado en noticias del Vaticano.

“La comunidad europea, desgarrada por los egoísmos nacionalistas, parece bloqueada y no coordinada, en lugar de ser un motor de solidaridad”, condenó Bergoglio la víspera, ante dirigentes griegos, durante su paso por Atenas.

Las llegadas de migrantes a las islas griegas han disminuido con el paso de los años, pasando de más de 173 mil en 2016, a menos de 4 mil en 2021, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Algunos refugiados esperan ahora volver con él a Roma, como ya hizo en 2016. En esta ocasión, 50 migrantes serán transferidos desde Chipre, donde Francisco estuvo jueves y viernes, y en Atenas no se descartó la posibilidad de que algunos de los solicitantes de asilo de Mavrovouni acompañen al papa a Italia desde Lesbos.

LEG