Foto: Armando Yeferson En la colonia San Rafael, este taller confecciona ropa y artículos que compiten en calidad contra grandes marcas de China o India  

Pedaleando en su telar, Jaime Loera confecciona prendas únicas como chalinas, vestidos, huipiles, quexquémitl y hasta tapetes; todos distintos por su composición de hilos, diseño y acabado. Además, el artesano realiza intervenciones con bordados a mano en playeras y bolsas con el deseo de innovar en el ramo textilero.

En la colonia San Rafael, alcaldía Cuauhtémoc, está el taller Gomita Arte Textil, que inició con un par de hilos, agujas y un ganchillo, pero la creatividad de Jaime lo impulsó a adquirir un telar de pedales, una máquina de coser y maniquís para exhibir sus creaciones.

“Son piezas únicas; la creación e intervención no tienen límites, entonces venimos haciendo éstas en playeras con lienzos hechos en telar; bordados con diferentes técnicas como mazahua o Chiapas; además intervenimos cuero, hacemos marroquinería (trabajos con piel) como carteras, mochilas, y trabajamos en lana, yute e izote”, explica.

El hombre de 57 años recuerda que no fue fácil aprender a coser, pues antes esta tarea era considerada únicamente para mujeres, situación que lo orilló a desarrollar sus habilidades con el apoyo de su madre, pero a escondidas de su papá.

“Mi mamá siempre tejía y bordaba. Vivíamos en Toluca, Estado de México, allá donde el suéter es muy socorrido por el frío. Entonces le dije: ‘mamá, enséñame a tejer’, y ella respondió que no, pues los hombres no tejen, pero un día agarré un par de agujas e hilo para mostrar que podía, y fue ahí cuando me enseñó a tejer, pero con la consigna de que no me viera papá”, relata.

Para Jaime, esta acción fue su entrada al mundo textilero, pero nunca pensó que llegaría a comercializar sus productos, pues al principio echó a perder varios hilos y se desesperaba con la elaboración de nudos, pero asegura que estos errores le abrieron camino para hacer mejores creaciones.

Advierte que lo más complicado de ser artesano textil es que algunas personas menosprecian su trabajo, pues siempre le regatean los precios, además de que debe competir contra marcas de China o India.

Aclara que la competencia tiene mercancía barata en precio y calidad, además de una gran producción, pero resalta que esas prendas industrializadas carecen de esencia, que es lo que los artesanos imprimen a sus productos.

LEG