Foto: Especial “Ahí va el diablo, ahí va el diablo”, dice un cargador que por poco muerde con su carrito los tenis de un peatón al que parece que va persiguiendo  

“¡Subase a la banqueta, señora! ¡La van a planchar!”, grita un enfadado motociclista a una mujer que avanza con bolsas de artículos navideños a un lado de los vehículos sobre Avenida Fray Servando, en dirección al Centro.

TE PUEDE INTERESAR:  Familia de Rosario Robles se manifiesta ante la FGR

“Ahí va el diablo, ahí va el diablo”, dice un cargador que por poco muerde con su carrito los tenis de un peatón al que parece que va persiguiendo.

Otra mujer, que busca descender de un autobús que se detiene en segunda fila, se echa para atrás para que pase una fila de cinco motocicletas que avanza pegada a la banqueta, esquivando peatones y diablitos.

Pues mientras los autos se encuentran más o menos detenidos, los motociclistas buscan resquicios entre ellos para llegar al semáforo, la gente desciende de autobuses de transporte público y los diablitos con mercancías pasan llenos o vacíos a la par de una multitud de gente que arriesga su vida al bajar de la acera.

Invariablemente, todos los días esta avenida, a la altura del Mercado de Sonora, se convierte en una maraña de autos, motos, bicis, diablitos y peatones luchando por cada metro de espacio libre para poder avanzar.

Y es que una de las conexiones del Oriente con el Centro de la Ciudad de México se ve interrumpida debido al comercio informal que inunda las banquetas de ambos lados de la avenida.

Como un muro, las lonas amarillas de los puestos semifijos empujan a la gente hacia el paso vehicular, donde torean a los automóviles y esquivan a las motocicletas.

Caminar sobre la banqueta se vuelve lento, pesado, casi imposible, con puestos de ropa, chucherías, artículos pirata, navideños, zapatos y tenis que se recargan unos con otros, dejando menos de un metro de ancho para los peatones, que pronto se desesperan y descienden de la banqueta.

Hasta la fachada del propio Mercado se ve oculta por los puestos ambulantes que inundan la zona.

“Ay con estos puestos, no se puede caminar”, dice un hombre que transita sobre el puente peatonal.

“Y falta ver como se pone en Navidad”, le contesta una mujer que lo escucha mientras se abren paso entre los ambulantes… Que también ofrecen sus productos arriba del puente.

Por supuesto, los comerciantes informales no están todo el tiempo, como el 4 de noviembre pasado, cuando se desató un incendio al interior del Mercado y, entonces sí, los ambulantes en el estacionamiento levantaron lonas, paraguas y mesas , por el temor de que el fuego se extendiera y devorara toda su mercancía.

Se calcula que más de dos mil ambulantes operan en las inmediaciones del Mercado de Sonora, entre el estacionamiento del establecimiento y las calles aledañas, que pertenecen a la alcaldía Venustiano Carranza.

LEG