Las últimas cifras sobre la declinación de los principales delitos revelan cuando menos la figura de una joroba. Sin embargo, el contraste entre la consolidación de la Guardia Nacional en toda la República y la violencia criminal no ha podido ser explicada por los enfoques oficiales.

La capacidad de violencia del crimen organizado podría enfrentarse con facilidad con la capacidad de fuerza del Estado, pero a costa de saldos sangrientos mayores. Las cifras de homicidios dolosos son producto de la guerra entre las bandas del crimen organizado, que bien pudiera ser parte de una estrategia gubernamental para debilitarlas.

La presencia disuasiva no operativa de las fuerzas de seguridad y la atención a parte de la población social afectada no alcanza a fortalecer el modelo de “abrazos, no balazos” por la dinámica que arrastra la violencia criminal y la disputa por territorios.

A la estrategia de seguridad le falta una reorganización de las llamadas “fuerzas vivas” que mantenían el predominio social inclusive sobre las autoridades: el maestro, el farmacéutico, el sacerdote, el jefe de zona militar involucrado en la sociedad local, el tendero, el cacique priista bueno y la autoridad municipal. Hoy, el crimen organizado ha destruido esos liderazgos sociales, ante la incapacidad, la complacencia y/o la complicidad de las instituciones de Gobierno.

Este tejido social y político garantizaba la gobernabilidad mínima en comunidades urbanas, campesinas e indígenas y formaba parte de la estructura de control del sistema político priista que desapareció con el modelo sistémico de mercado del neoliberalismo salinista y se agotó por la corrupción local de las representaciones públicas.

Sin esta estructura social-política reactivada, la inseguridad no será dominada.

Zona Zero

  • Por alguna razón que deben explicar las autoridades mexicanas, fuentes estadounidenses revelaron que se había autorizado la presencia de agencias, agentes y operaciones de seguridad de Estados Unidos en México más en la lógica de los intereses estadounidenses. El problema no era el registro aquí, sino un nuevo acuerdo de cooperación que permitiera la presencia de agencias, agentes y operaciones de seguridad de México en EU, donde los cárteles mexicanos han construido nuevos centros de poder.

 

(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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