Foto: Cuartoscuro En la zona cero de la explosión, donde murieron más de 500 personas, fue construido el parque Hidalgo  

Era la madrugada del 19 de noviembre de 1984, mi tía y yo velábamos a mi mamá, en etapa terminal de cáncer. Vivíamos en la colonia Doctores, muy cerca del metro Balderas. De momento, el cielo se iluminó, parecía que era ya de mañana, pero en cuestión de segundo volvió la noche y con ella el sonido de decenas de ambulancias y autos de bomberos que se dirigían a San Juan Ixhuatepec, en Tlalnepantla, Edomex, donde había estallado una “gasera”.

Poco más de 14 kilómetros separan a la Doctores de San Juanico, como se le conoce, y el estallido fue tal, que cimbró e iluminó a casi todo el valle de México, recuerda Ángeles.

El suceso permanece en la memoria de muchos, desde aquellos que vivieron de cerca la explosión hasta quienes fueron espectadores a distancia.

“Para mí fue una falla humana lo que causó el accidente”, comenta un vendedor de uniformes que recuerda que los trabajadores solían ser muy descuidados.

“La planta tenía una especie de piloto que siempre estaba encendido(…) a veces llegaba a una gran altura y se oía un ruido similar al de un avión. Un día antes la llama se apagó y las autoridades no hicieron caso a las denuncias de los vecinos sobre el olor a gas el cual resultó en la explosión”, explica.

El actual parque Hidalgo fue la zona cero del accidente, donde se encontraban las “esferas” y “salchichas” que contenían el gas, de ahí salían varios ductos que repartían combustible y pasaban por la Unidad CTM, Ampliación Gabriel Hernández y CTM Atzacoalco, las cuales desalojaron durante tres días.

El encargado de una tienda de abarrotes relata que “vivía con su familia frente a la gasera; esa mañana su padre limpiaba el auto para llevar a su hermana a la universidad. Aun dentro de la cochera la explosión le quemó la espalda”.

Narra que a él no solo lo despertó la explosión, sino también los gritos de toda la gente que se incendiaba en la calle: “El calor era infernal, muchos se quemaron el rostro o la espalda dependiendo de a dónde mirabas cuando explotó todo”.

“Teníamos una pickup, subimos a tres familias que estaban muy graves. Mucha gente suplicaba porque también la lleváramos, pero ya no cabían más personas”.

Explica que del grupo de fútbol al que pertenecía, de 60 jóvenes sólo sobrevivieron nueve. Él y su familia regresaron cuatro meses después del accidente por lo que muchos de sus compañeros de secundaria lo daban por muerto.

La familia Peña relata que hasta en el cerro del Tepeyac, el calor de la explosión era tan intenso que levantaba los techos de lámina.

“A mi hermano Armando el calor lo dejó ciego por unas horas(…) los tanques parecían salchichas que volaban como si lanzaras un juguete y explotaban antes de caer”, relata Ivonne, uno de los diez hijos de Josefina y Miguel.

FUE UN INFIERNO

La familia recuerda que se veía llegar corriendo a toda la gente quemada desde la carretera México Pachuca: “Ese día nos quedamos sin suéteres por darlos a muchos que venía desnuda, muchos murieron llegando a la carretera(…) las ambulancias pasaban a recoger a muchos de los heridos a la calle de abajo”.

La familia Peña al igual que el vendedor de uniformes remarca que la México-Pachuca fue cerrada ese día, no solo por la llegada de múltiples heridos y moribundos, sino también porque un pedazo de las gaseras cayó sobre la vía.

“Mucha gente murió al llegar a la carretera, incluso un burro murió parado debido a que estaba casi todo calcinado”, declara Josefina Peña.

Relata Victoria, otra de las hijas, que muchas personas iban descalzas, por lo que dejaban la piel de los pies pegada al pavimento debido al calor. “El hospital de La Villa se llenó al grado que vaciaron casi todo ortopedia y trauma para albergar a los quemados, muchos no se podían canalizar por la extensión de las quemaduras”.

“Era muy feo encontrar las pisadas en la calle de pies sangrantes y marcas de manos en las paredes cuando regresamos al cuarto día al mercado”, cuenta el vendedor de uniformes.
“Al otro lado de la ciudad se veía la lumbre”, narra Ismael Ibarra, vendedor de hierbas en el mercado de San Juan, en el Centro Histórico de la CDMX

Citas

“Era muy feo encontrar pisadas, en la calle, de pies sangrantes y marcas de manos en las paredes cuando regresamos al cuarto día al mercado.
Vendedor de uniformes
Mercado de San Juanico

“A mi hermano Armando el calor lo dejó ciego por unas horas(…) los tanques parecían salchichas que volaban como si lanzaras un juguete y explotaban antes de caer”
Ivonne
Vecina de la zona

Más de 500 muertos, el saldo de las explosiones

La serie de explosiones que el 19 de noviembre de 1984 dejaron más de 500 muertos, siete mil lesionados, 60 mil evacuados y al menos mil 500 viviendas dañadas, en San Juan Ixhuatepec, tuvieron su origen en la ruptura de una tubería de 20 centímetros de diámetro que transportaba gas LP, en una de las plantas de almacenamiento y distribución de Petróleos Mexicanos (Pemex).

Según el Centro Nacional de Prevención de Desastres, poco antes de las 6:00 horas de ese jueves trágico, luego de varias horas de fuga, de acuerdo con vecinos, comenzó un incendio al encontrar el gas una chispa, lo que generó varias detonaciones tipo explosión, de vapores que se expanden al hervir el líquido (por sus siglas en inglés, BLEVE).
LEG