Una alianza opositora entre seis partidos políticos húngaros podría lograr lo impensable: derrotar al autoritario y demagógico primer ministro, Viktor Orbán, en las elecciones de la primavera (abril o mayo) de 2022. Según el diario británico The Guardian, una encuesta nacional reciente arrojó un 39% de apoyo a la oposición unida; 35% a Fidesz, partido de Orbán; y un 23% se declaró indeciso.

La alianza entre socialistas, socialdemócratas, verdes, liberales y derechistas eligió a Péter Márki-Zay como su candidato a la jefatura del gobierno. Márki-Zay es el popular alcalde de Hódmezővásárhely (sí, así se esacribe), una ciudad de unos 50 mil habitantes al sur de Hungría. Estos partidos presentarán, acertadamente, un candidato único en los 106 distritos electorales del país, evitando así que los votos anti-Orbán se dividan (cosa que sólo beneficiaría a la candidatura del hoy premier).

Orbán ha gobernado Hungría desde 2010 (entre 1998 y 2002 también despachó como primer ministro), atacando, chantajeando y acosando a quien piensa distinto. Anne Appelbaum, profesora de la Universidad Johns Hopkins y experta en política de Europa del Este, resume así el segundo mandato orbanista: “El problema no es que sea ‘conservador’ o antiinmigrante. El problema es que ha destruido los medios de comunicación y los tribunales de su país, que es corrupto y que maneja una máquina de propaganda deshonesta que ha envenenado la vida pública”.

Los índices no mienten. En la década entre 2010 y 2020 Hungría cayó 69 lugares en el Índice de Libertad de Prensa que realiza Reporteros Sin Fronteras y 11 lugares en el Índice de Democracia del semanario británico The Economist. Asimismo, la organización Freedom House degradó al país de “libre” a “parcialmente libre”.

En su reporte 2021, esta última recalca las razones de la degradación: “El gobierno de Fidesz se ha movido para instituir políticas que obstaculizan las operaciones de grupos de oposición, periodistas, universidades y ONG que lo critican (…) y usó la pandemia para justificar darle (a Orbán) poder para gobernar por decreto, sin supervisión parlamentaria, y por tiempo indefinido”. De igual forma, Freedom House advierte la constante discrminación desde el gobierno que padecen los húngaros de la comunidad LGBTQ+.

Por esto y más (políticas antiinmigrantes violatorias de DDHH, enriquecimiento inexplicable de su familia, contiendas electorales con sesgo pro-Fidesz, etc.) es que Orbán debe irse. La gran coalición opositora es la mejor oportunidad que el país tiene de liberarse de la ineptitud, el atraso, y la corrupción obradorista—digo, orbanista—, y comenzar la reparación.

@AlonsoTamez