Foto: AFP En el siglo XXI, solo la imaginación detiene las caprichosas formas y tecnología de las nuevas edificaciones que siguen desarrollándose, como en Mónaco o Nueva York  

HOGAR. Una de las siete Bellas Artes, expresión de la combinación entre funcionalidad y estética para el bienestar de la humanidad: la arquitectura. Desde el origen del ser humano, protegerse de las inclemencias de la naturaleza fue una de sus prioridades, y con la evolución de la especie, esta manifestación se comenzó a volver arte.

Desde los áridos desiertos, con la arquitectura vernácula de Sudán -donde usan materiales como las piedras de los arrecifes de coral-, pasando por la sobriedad del estilo gótico italiano del Palacio de Salimbeni o por el neobizantino de la Basílica del Sagrado Corazón, en la cima del Montmartre de la capital francesa, y por las particulares cúpulas bulbosas de la Rusia zarista y ortodoxa, o bien por las sobrias líneas de los faros escoceses. Ya entrados en el siglo XIX y XX, con el descubrimiento de nuevos materiales y técnicas constructivas, como el Estilo Internacional de Le Corbusier, Alemania fue punta de lanza con la escuela Bauhaus para experimentar con nuevas formas.

En el siglo XXI, solo la imaginación detiene las caprichosas formas y tecnología de las nuevas edificaciones que siguen desarrollándose, como en Mónaco o Nueva York.

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