Ir a la universidad sirve para conocer lo que es el fascismo y no llamar así con ligereza a aquellos que se atreven a criticar a los funcionarios públicos que han tenido un mal desempeño, como lo hizo la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, con el empresario Claudio X. González por postear un tuit.

Este empresario opositor, que puede ser imprudente pero no fascista, llamó a tomar nota de aquellos que alentaron las acciones y hechos de la actual administración. Aunque, si a listas vamos, hay que ver las que se publican en las mañaneras con los nombres de los que se atreven a opinar en contra de la 4T.

El punto es que Sheinbaum decidió renunciar a un pensamiento autónomo para pintarse de guinda y ser una caja de resonancia de todo lo que diga el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ahora, las declaraciones de la funcionaria sirven para magnificar el pensamiento presidencial, tal como sucede por ejemplo con lo que repite y aumenta el impresentable de Hugo López-Gatell en lo que se refiere al manejo de la pandemia.

Así, llamar fascistas a los opositores es una mera extensión del pensamiento de López Obrador.

Y en ese mismo papel, la corcholata favorita del Presidente deslizó algo que más vale que tenga presente la comunidad universitaria.

No ha dejado el Presidente de México de atacar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Sistemáticamente ha atacado a esta universidad, como lo hace con otros sectores sociales.

Pero no puede ser coincidencia que la embestida sostenida contra la UNAM, que lleva ya tres mañaneras consecutivas, coincida con los tiempos de la discusión presupuestal.

Una vez que quede aprobado el paquete de ingresos, el último día de este mes, lo que sigue para la cámara de diputados es la aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año fiscal 2022.

Y la insistencia presidencial para atacar a la UNAM ha despertado la sospecha si todo se trata de abonar el terreno para una disminución presupuestal para esta universidad y algunas otras instituciones públicas de educación superior.

Es ahí donde el eco que produce Sheinbaum sirve para estar alertas. Su mensaje fue claro, advirtió a los universitarios que el dinero con el que se hace investigación y docencia son recursos públicos que paga el pueblo de México y que, como tal, se deben a él.

Y para que no quedara duda del mensaje presupuestal que mandaba la caja de resonancia de López Obrador insistió en que a los profesores de la UNAM los paga el pueblo y que la máxima casa de estudios tiene que modernizar sus planes de estudio para estar al servicio del pueblo.

Una crítica tan injusta a la máxima casa de estudios, que es claramente un espacio abierto al libre pensamiento, podría pasar como la ingratitud del egresado y de la que todo le repite, pero es más que eso por los tiempos que se viven.

No solo la comunidad estudiantil, los académicos, investigadores y trabajadores deben estar al pendiente de que no se esté gestando un atentado presupuestal en contra de la UNAM. Toda la sociedad debe seguir este embate para defender a una de las mejores universidades públicas de Iberoamérica.

@campossuarez