Hace unos días, un diario de circulación nacional publicó una de las notas periodísticas más preocupantes en décadas. Sin embargo, extrañamente pasó desapercibida. Como si fuese algo normal o, por lo menos, esperado entre la población mexicana.

“México coquetea con el autoritarismo: se duplica a 25% los que lo respaldan”, era el título.

Debajo se reiteraba que, según la serie estadística analizada, este era “el nivel más alto de respaldo al autoritarismo en México desde 2002, cuando se registró un 21%” (https://bit.ly/3lHUQtE).

La pieza se refería a la más reciente edición (el Informe 2021) del Latinobarómetro: una serie de encuestas cara a cara y digitales sobre temas políticos, sociales y económicos, que desde 1995 se levantan anual o bianualmente en 18 países de Latinoamérica y el Caribe.

El encuestador Alejandro Moreno replicó la alerta: “Tras casi dos décadas de estabilidad, promediando 15% entre 2003 y 2018, la preferencia por un gobierno autoritario creció de 12 a 25% entre 2018 y 2020”. El también Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Michigan cierra su texto advirtiendo que el autoritarismo mexicano “no es de labios para afuera; es real y parece estar encontrando vías de expresión política propias”
(https://bit.ly/3FOVPAd).

No obstante, este sentimiento autoritario entre la población no es nuevo ni necesariamente está ligado a la pandemia o a la crisis económica que la acompaña, como podría asumirse. De acuerdo con un estudio de 2017 de la encuestadora Pew Research Center (http://pewrsr.ch/2zsovfo), el 27% de los mexicanos se dijo dispuesto a apoyar gobiernos autoritarios, cuando el promedio para los 38 países analizados era de sólo 13%.

Moreno especificó que los datos de Latinobarómetro muestran que el apoyo a los gobiernos autoritarios es más fuerte entre las generaciones jóvenes, lo que habla de poco entendimiento y valoración para con la transición democrática de México. Eso que José Woldenberg llama “un déficit de pedagogía social”, ya que “a diferencia de lo que sucedió en muchos otros países, (en México) faltó explicación suficiente del proceso de transición para que la sociedad fuera capaz de apropiárselo y fuera digno de ser reivindicado y defendido”.

Por otro lado, todos esos jóvenes mexicanos que coquetean con el autoritarismo por rebeldes o “revolucionarios”, harían bien en recordar que la democracia liberal es la idea política más radical en la historia humana. ¿Por qué? Porqué la norma durante milenios fue la tiranía, la autocracia y el absolutismo. La innovación fue, y sigue siendo hoy, el creer que las personas son iguales ante la ley; que el poder nunca debe ser total; y que la legitimidad para gobernar sólo se obtiene con la anuencia de los gobernados. Eso sí es realmente revolucionario. No demos nada por sentado. Ese 25% es una segunda llamada.

@AlonsoTamez