Qué conveniente es para el Gobierno federal empezar la semana de su defensa de la contrarreforma energética con una historia que compruebe lo corruptos y desfachatados que son aquellos neoliberales que promovieron los cambios constitucionales y, a través de un tonto útil, aportar las evidencias gráficas de sus dichos.

La puerta de salida para la 4T, la pileta donde se lavan las manos, está en el argumento de que esos son casos que están en manos de la “autónoma” Fiscalía General de la República, pero dejan la siembra de una imagen para reforzar su retórica de ser los rescatadores de lo que pertenece al pueblo bueno.

Y es que es muy difícil que se pueda dar una discusión abierta de los términos de la contrarreforma energética que pretende el Gobierno federal, porque no hay un solo punto de acuerdo entre la posición de la 4T y los participantes de ese mercado.

Esa pretendida negociación de los términos de la contrarreforma de los que hablan algunos priistas es también una forma de distraer la atención, porque cuando la propuesta es la pena de muerte del sector energético, no se negocia si es por ahorcamiento o fusilamiento. Simplemente se rechaza.

En lo que hay consenso es que los tiempos legislativos para discutir y buscar la aprobación de esta contrarreforma energética se concentraron después de la aprobación del paquete económico para el próximo año.

El último escalón de la discusión actual, que incluye Ley de Ingresos, Miscelánea Fiscal y Presupuesto de Egresos se da con el plazo máximo del 15 de noviembre de este año cuando los diputados tienen la obligación exclusiva de dar el visto bueno a la forma de gastar durante el 2022.

Y de acuerdo con la ruta que han marcado los legisladores al servicio del Presidente, es por esas fechas de la segunda quincena de noviembre que empezará la discusión legislativa de la contrarreforma energética.

Es contrarreforma porque anula la reforma aprobada apenas la administración pasada y es energética, porque busca una regresión en algo más que el sector eléctrico.

Todo este tiempo previo es de intenso cabildeo con una opinión pública que está claramente dividida, con un objetivo único: tener en la bolsa el número suficiente de legisladores para lograr su aprobación.

Hay un sector poblacional amplio que cree cualquier cosa que diga el Presidente, pero que necesita de esa repetición constante de sus argumentos para enterarse y repetirlo.

Hay otra franja de ciudadanos que pueden estar titubeantes entre las dos posturas encontradas, quizá querrán encontrar una emoción entre los dos extremos que los convenzan.

Y hay otros mexicanos que tienen perfectamente claro el tamaño del daño que causaría la contrarreforma al futuro del país.

Por lo que en esta parte final del año el tema central de la discusión política no será otro que esta intentona de retroceso de la 4T en materia energética y buscar la forma para que esos priistas necesarios para dar el brinco hacia atrás acaban por sucumbir ante los deseos presidenciales.

@campossuarez