El canciller Marcelo Ebrard tiene hoy la oportunidad de brillar durante el encuentro de alto nivel en materia de seguridad que sostendrá con funcionarios de Estados Unidos.

Ebrard ha sido el único de los precandidatos presidenciales de Morena que ha guardado silencio ante las manifestaciones a favor de Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal.

Hasta hace no mucho, la eficiencia de Ebrard en los temas que le interesaban al presidente Andrés Manuel López Obrador, le había ganado el cargo de “vicepresidente’’, algo que no gustaba a sus celosos compañeros de gabinete.

Pero en los últimos meses ha perdido protagonismo, pese a que por su escritorio pasan problemas tan delicados como la migración y la demanda que interpuso México en contra de 11 fabricantes de armas en Estados Unidos.

Por su escritorio también pasan temas comerciales, aunque formalmente estos son responsabilidad de la Secretaría de Economía.

Hábil mediador, considerado quizá como el funcionario más moderado del gabinete lopezobradorista, Ebrard vio bajar sus bonos ante la ciudadanía a partir del derrumbe de una sección de la línea 12 del Metro que se construyó cuando fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, hoy CDMX.

El canciller fue víctima del fuego amigo de parte de quienes no lo ven como “morenista puro’’ y, sobre todo, de un sector del Gobierno al que no le caía nada bien la confianza que le dispensaba López Obrador para tratar temas delicados.

Tal ha sido el encono contra Ebrard, que constantemente se repite en espacios afines al Gobierno que Sheinbaum “le tiene listo el expediente de la línea 12’’ para cuando decida moverse abiertamente por la candidatura presidencial.

Hoy el canciller tiene la oportunidad de recuperar los espacios y la confianza perdidos.

Se reunirá con el secretario de Estado Antony Blinken; el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas y el fiscal general Merrick Garland.

Del acuerdo que logre para sustituir la enterrada Iniciativa Mérida, dependerá su reingreso, con todos los honores, a la lista de los súper-presidenciables.

Pues, aunque no lo crea, hasta en las “corcholatas’’ hay categorías.

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El encuentro se realizará en la CDMX y, puede ser, como ocurrió con la reunión de la CELAC, que acuda de “invitada’’ la jefa de Gobierno Sheinbaum.

Quién sabe si el canciller permita que le roben otra vez los reflectores, así se lo haya pedido el Presidente, encargado de placear a la funcionaria.

Como sea, el escenario está preparado para el salto del canciller.

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Desangelada, por decir lo menos, fue la reunión del Senado en la que se condecoró a la maestra Ifigenia Martínez con la Medalla Belisario Domínguez.

No hubo espectáculo, los senadores que acudieron al evento -al inicio se contabilizaron 76 de 128- se comportaron con las visitas y al final todo transcurrió en santa paz.

Quién sabe si eso hubiera ocurrido con la presencia del presidente López Obrador.

¿Quién polariza el ambiente entonces?

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Nadie voltea a ver a los damnificados de Tula, Hidalgo, pese a que ha transcurrido un mes de la inundación que afectó a medio pueblo.

Lo peor del caso es que la inundación se debió a una decisión del Gobierno, igual como sucedió con las inundaciones de noviembre del 2020 en Tabasco, y ni así el Gobierno federal o el estatal se han acercado a las víctimas.

Parece necesario que los pobladores afectados tomen medidas radicales para llamar la atención del Gobierno, porque ya vieron que por las buenas solo reciben largas.

LEG