Una parte de la negativa del PRI para rechazar, como ya lo hicieron PAN y PRD, la reforma al sector eléctrico que propone el presidente Andrés Manuel López Obrador se encuentra en Hidalgo.

Como sabe, el próximo año se elegirá al nuevo gobernador de Hidalgo, estado considerado hasta hace poco como “bastión del PRI’’.

Pero el PRI ha dejado de ser la fuerza política aplastante, en parte por los desatinos del actual gobernador, Omar Fayad y porque los tricolores no encontraron un liderazgo que los representara.

Los grupos del exprocurador Jesús Murillo Karam, del exsecretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y del ahora gobernador no representan un rival de peso para quien sea el candidato de Morena.

Murillo sigue siendo atacado por la investigación de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa -cuya verdad histórica no ha sido desvirtuada por este Gobierno-; Osorio está en la mira de la 4T por el mismo hecho, pero por omiso, entre otros temas, y Fayad de plano ya rindió la plaza.

El tema es que la esposa de Rubén Moreira, coordinador de los diputados federales del PRI, Carolina Viggiano Austria, es una de las interesadas en competir por la gubernatura de Hidalgo.

Diputada y secretaria general del PRI, Viggiano sabe que no cuenta con la simpatía de Fayad y que su esposo no es santo de la devoción del inquilino de Palacio Nacional.

Desde el Comité Nacional de lo que queda del tricolor se impulsa la candidatura de Viggiano; pero como ha pasado en todos los sexenios, los candidatos de oposición también necesitan el guiño del Presidente en turno.

Para la dirigencia nacional del PRI, esa pequeña burbuja que decide el destino del otrora partidazo, parece que disolver la alianza parlamentaria con PAN y PRD será menos costoso que perder la candidatura al Gobierno de Hidalgo.

Pero juegan con fuego.

El domingo hicieron llegar un comunicado en el que anuncian que habrá foros para discutir la iniciativa presidencial cuando sus supuestos aliados parlamentarios y todas las organizaciones empresariales han puesto en evidencia sus defectos y posibles efectos en la economía nacional.

La credibilidad que le queda al PRI se juega en este lance.

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No se sabe bien a bien si la ausencia de López Obrador en el Senado, el jueves próximo, durante la entrega de la medalla “Belisario Domínguez’’ a Ifigenia Martínez, es un desaire para la condecorada o para el presidente de la Junta de Coordinación Política, Ricardo Monreal.

Porque eso de que no va porque una senadora llamó a que lo agredieran, no se sostiene ni por el tuit que lanzó la senadora Lilly Téllez.

López Obrador rehuyó a presentarse a una ceremonia a la que han acudido todos los Presidentes, incluso los más cuestionados por el perredismo ahora mayoritariamente morenistas.

¿Acaso no recuerda el espectáculo que montaba Layda Sansores cuando Peña acudía al Senado?

Si lo olvidó, ahí están los videos.

El Presidente no confió en el oficio político de Monreal para desactivar las eventuales protestas, incluida la de Téllez, a la que ahora tooodoss los bots de Morena responsabilizan de la negativa de López Obrador para acudir a condecorar a una líder histórica de la izquierda en el país.

Que sea menos.

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El único comentario que le mereció al Presidente el escándalo de los #PandoraPapers fue que “el PRI robó más’’.

Ni hablar.

LEG