Una respuesta sincera es como un beso en los labios

La Parisienne Trilogía es una exhibición que da a conocer la nostalgia de una época, en la que tres fotógrafos intentan plasmar el imaginario colectivo de la mujer parisina. Me refiero a un estereotipo, un cliché, un vestigio, una idea, sobre las mujeres de la Ciudad Luz y el savoir faire que las caracterizó ¿o que las caracteriza ahora? O sea, hablo de una curaduría –como dice la curadora Delmari Romero Keith, que habló el día de la expo en el Club France– que busca mirar la esencia de esa fascinación que despliega la memoria de una mujer moderna, que fuma/bebe, cruza las piernas e utiliza stilettos; se columpia con gracia y transita entre la moda y el arte; abierta, sofisticada, desinhibida. De este tema saben mucho Odette de Anda, Beatriz Calles y Anna Fussoni, entre otras colegas. Muchos son los que las han colocado delante de su lente, ya sean vestidas o semi-desnudas, posando o distraídas-. Desde Henri Cartier-Bresson, Brassaï, Robert Doisneau y Willy Ronis, todos ellos han profesado un embrujo por desentrañar el misterio de esas mujeres ¿audaces? Helmut Newton (sus fotografías en el Club France y Berlín, etcétera, son las más caras) fue un artista alemán considerado hoy en día un ícono de los siglos XX y XXI. Crea un nuevo estilo donde transita de la moda al arte. Sus imágenes destilan ese erotismo y seducción, sutiles y sugerentes; mujeres eróticas, deshinibidas en París. Y Newton, enamorado de la belleza, la que obsesivamente lograba captar como nadie con su lente. Fotografías que logran ese punctum, así aparecen en las portadas de las más prestigiosas revistas de moda como Elle, Vogue, Vanity Fair y Playboy.

Patrick Chelli y Daniel Waks son ante todo artistas que vienen del diseño gráfico. Ahora, trabajan y residen en París en el corazón de Saint Germain des Prés, lugar especial de intelectuales que frecuentan los cafés literarios como Les Deux Magots y el Café de Flore. Y para Beatriz Calles, Dominique Berthelot, Karen Weill, entre otras, ser parisina no es tanto una forma de vestir como una manera de ser, de comportarse, que representa a una mujer fuerte y segura de sí misma, con una elegancia natural que no prescinde de impertinencia ni inteligencia. Finalmente, en este tema de la expo en el Club France, Víctor Juárez recomienda que no se la pierdan. ¿Por qué? Si bien las imágenes de esta exposición están marcadas por las mismas obsesiones, tanto que Newton, Chelli y Waks han conseguido representar el paradigma de esta mujer que rebela y se revela así misma, en perfecta simbiosis con las calles de una hermosa ciudad que respira historia y modernidad.

La Bikina sorprende y una comida en el Club de los Industriales

Después de una exquisita comida mexicana en La Bikina (anfitriones, Anny Webber, Mariana Loria, Helios R. Montero) en que degustamos sopa de hongos Marquesa, alcachofa a las brasas, consomé verde, Bikina Caprese, molcajete de arrachera, lonja de salmón al esquite, parrillada de la milpa, el Favorito de Zapata; tacos de lengua flameada al mezcal, esquites verdes callejeros, churros mexicanos La Bikina, volcán de chocolate oaxaqueño, y un largo etcétera, me enteré de que antes en este espacio existió el D.O., de Pablo San Román.

También Yngrid Iribarren de Salazar me ofreció una selecta comida (10 personas, en el Club de Industriales de Pepe Carral, quien en próximos días cumple 99 o 100 años y espero que le hagan algún homenaje; en mi opinión el sí es un hombre singular e imprescindible en el club) en la que sostuve interesante charla con Luis Otero Pesado, Margarita Siqueiros, Dominique Berthelot, Aurora López de Ortigosa, Lourdes Ascencio, América Ortega Rayas, y Enrique y Martha Sánchez, en la que todos hablaron de sí mismos y también me provocaron a hablar de mi mismo. Me emocioné. Y hasta la próxima, ¡abur!

@castillopesadoe