En nuestra época, es muy fácil perderse en el mar de contenidos, sobre todo cuando, aparte de la televisión, recibimos entretenimiento hasta de cinco segundos, con plataformas como TikTok o Instagram.

Aunque cada vez menos personas ven las premiaciones del mundo del entretenimiento, su existencia sirve como punto de guía para encontrar, entre tanto que ver, un testamento de nuestros tiempos. Claro, debates hay varios sobre quiénes ganan y por qué, o incluso sobre quiénes son nominadas. Pero parte de la alegría de este discurso es la diversidad de opiniones, y cómo estas develan el impacto cultural de los reconocimientos. Tal vez no muchas personas vean la justa, pero sí están al tanto del resultado.

Como cada año, los Emmy se transmitieron para honrar “lo mejor de la televisión”. Pero algo se nota distinto de los anteriores.

Para empezar, existe una clara apuesta por las series de ciencia ficción y fantasía en múltiples categorías. Consideradas antes como “del montón” para los presuntuosos miembros de la Academia, estas ahora reciben nominaciones en las categorías más prestigiadas, poco a poco van ganando lugar.

Un gran ejemplo es The Mandalorian, del universo taquillero de Star Wars, quien recibió la misma cantidad de nominaciones que The Crown, una consentida de la crítica y la clásica serie de época que se lleva todo—y sí, así fue—. Además, WandaVision, (Marvel), The Boys (Amazon), Lovecraft Country, (HBO) y The Handmaid’s Tale (Hulu), todas dentro de géneros fantasiosos y con éxito comercial, tampoco se quedaron atrás.

A pesar de que ninguno de estos gigantes se llevó estatuillas el domingo pasado, el hecho de verlas compitiendo habla no solo de un cambio de perspectiva dentro de la industria, sino de un aumento de calidad en productos de este tipo.

Desde otro flanco de la visibilidad, hubo ganadoras cuyas producciones dan mensajes indispensables para nuestra era.

En la categoría de Mejor Escritura para una Miniserie, Michaela Coel se llevó el premio por I May Destroy You (HBO), un drama desgarrador que trata el tema del abuso sexual desde el trauma, con todas sus capas y matices. Mare of Easttown (HBO) tuvo también gran presencia en la competencia, al llevarse Mejor Actriz para una Miniserie con el papel de Kate Winslet—gigante del cine—, con el foco puesto en una historia que tiene, entre sus tramas principales, un discurso a favor de la terapia, la salud mental y el cómo lidiar con el dolor tras una pérdida gigantesca.

Por último, destacó Ted Lasso, la favorita en la categoría de Mejor Comedia que, a favor de casi cualquier pronóstico, se llevó el trofeo principal a casa. Contrario a la oscuridad de las otras dos series mencionadas, esta carga con un discurso opuesto pero igual de relevante: el optimismo como ancla para convertir equipos en familia y el buscar ser felices.

Con una baraja mezclada de oportunidades y victorias, los Emmy nos demuestran cosas clave para seguir adelante, remarcando el propósito oculto de la televisión: sanar y motivar a su público.

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