Seiscientos cuarenta y siete académicos e investigadores de la UNAM y otras universidades firmaron un documento en respaldo a los 31 científicos que trabajaron en el Conacyt y sobre los cuales pende la amenaza de cárcel.

“Un despropósito’’, llamó el rector de la UNAM, Enrique Graue, a la petición de cárcel solicitada por la Fiscalía General de la República en contra de los investigadores.

La persecución ocurre porque, según la Fiscalía General a cargo de Alejandro Gertz Manero, el Conacyt entregó recursos al Foro Consultivo Científico y Tecnológico que supuestamente no debió entregar.

Quienes encabezaron el Conacyt y los integrantes del Foro Consultivo, fueron acusados de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, a pesar de que está probado que venían del Conacyt.

La Corte resolvió el mes pasado que fue legal la entrega de recursos; un juez negó en definitiva las órdenes de aprehensión, pero la FGR anunció que ahora solicitará otro paquete de órdenes sobre la base de una acusación de daño al erario.

Mucho se ha dicho y escrito sobre el carácter de la acusación, la flaqueza de su sustento jurídico, incluyendo la acusación original que provino de la directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, la misma que aportó al mundo el concepto de “ciencia neoliberal’’.

Dentro de todo el espectáculo, existe la posibilidad de que el burdo embate en contra de la comunidad científica, por las causas que sean, unifique el criterio de académicos e investigadores que por primera vez están siendo perseguidos en grupo.

La unificación de las acciones de este grupo de letrados podría convertirse en un búmeran para el Gobierno federal; si el juez determina negar nuevamente las órdenes de aprehensión en contra de los 31 científicos, Álvarez-Buylla habrá hecho el ridículo y tendría que renunciar pues claramente su papel no es el de impulsora de la ciencia y la tecnología en el país, sino de inquisidora.

Gertz habrá sumado un escándalo más a su currículum como funcionario público y el Gobierno habrá perdido una partida que nunca debió jugar, a juzgar por el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (MI/SS/D/9941/2021).

Si, por el contrario, el juez de la causa encuentra elementos para obsequiar las órdenes de aprehensión (es improbable, pero…), prepárese a ver movilizaciones masivas en universidades y centros de investigación de docentes, científicos, investigadores, señalados no de servir a la ciencia y el avance del país.

De ser conservadores, pues.

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La afirmación de Graue podría generarle algún tipo de represalia económica justo ahora que se debate el presupuesto para el próximo año.

La UNAM es autónoma pero depende de los recursos que le aporta el Gobierno federal cada año.

Y desde hace algunos años, los rectores de la casa de estudios tienen que enfrentar resistencia no solo del Gobierno sino de los diputados que son quienes asignan el presupuesto, para obtener los recursos suficientes para enfrentar sus obligaciones financieras.

Pero no creemos que eso ocurra porque, según el Presidente, aquí nadie es perseguido ni reconvenido por expresar sus ideas.

¿Verdad que no?

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Confiesa el presidente Andrés Manuel López Obrador que es, “en lo fundamental, un poco obsesivo’’.

Que no le gusta estar sentado recibiendo informes y que prefiere encargarse él mismo de los asuntos importantes.

Ello explica el por qué ningún funcionario de alto nivel, desde secretarios de Estado o directores, hacen declaraciones; todo ocurre en la mañanera y tratar de conseguir fuera de ese horario una declaración o información con cualquier personaje con poder de decisión, es casi imposible.

LEG