Lo dije antes: nada habla tanto de un Gobierno, un sistema, un régimen o un líder como los enemigos que asegura tener. Por eso, es necesaria, periódicamente, una actualización de esa lista, sobre todo cuando tu Presidente tiene tantos y tan diversos.

En estas tierras la lista crece. Es injusto decir que el líder ve como enemigos a los niños con cáncer. No. Los niños, ya explicó, fueron utilizados, manipulados: usados como arma arrojadiza. Los enemigos son sus padres, aliados con las distribuidoras de medicamentos. Así que los padres merecen la condenación. Los niños no son más que daños colaterales. El precio de la utopía.

Da la impresión de que también son adversarios los médicos del sector público. Lo digo porque en Oaxaca, en el Hospital de la Niñez, hay un escándalo en razón de que han despedido personal a lo bestia. Lo digo también porque es mejor gastarse la lana en traer doctores cubanos. Mucha. Una cantidad escandalosa, que daría para muchos médicos sí capacitados, como no escasean en este país. Pero es que es importante darle oxígeno a los dictadores: a Díaz-Canel le habrá venido bien ese billetito. Las personas que no fueron tratadas debidamente del Covid por ellos, como los niños oaxaqueños que no tienen ni paracetamol, tampoco son enemigos: son, de nuevo, daños colaterales.

Supongo que son enemigos los presidentes de Uruguay y Paraguay, que se lanzaron contra Maduro y arruinaron la Met Gala de autócratas que se organizó el señor Presidente.

Como son enemigos los científicos. Estamos a nada de convertirnos en el primer país que los califica de integrantes del crimen organizado, gracias a ese demócrata, ese prohombre que es Gertz Manero. Sí, repito: vamos a encerrar a científicos en cárceles de alta seguridad.

Estos enemigos se suman a las farmacéuticas; Biden; los españoles; tres o cuatro partidos políticos, pero no el Verde ni el PES o sus derivados; todos los intelectuales menos Epigmenio, El Fisgón y como siete más; todos los medios mexicanos salvo La Jornada; El País, el NYT, el Post, The Economist y el Financial Times, entre otros medios extranjeros; la sociedad civil; las empresas de energías limpias, y todas las petroleras salvo Pemex. Ah, y el personal médico privado.

Supongo que semejante cantidad de enemigos explica que no llegue la utopía, más bien al contrario. Lo que nos lleva a la fórmula para que nuestro Presidente alcance la grandeza a que está llamado, con sistema de salud danés y toda la cosa: que desaparezca la civilización occidental.

 

@juliopatan09