Foto: @sgirpc_cdmx Rodríguez llamó a las actuales y nuevas administraciones de las alcaldías a realizar trabajos de prevención, mitigación y evaluación de las demarcaciones para evitar los riesgos en la población  

Desde los años 70, miles de familias de diversos niveles económicos han construido sus hogares en las laderas de la Ciudad de México, sin saber que se trata de zonas de riesgo por deslaves o desgajes de cerros.

Apenas el 8 de septiembre pasado, un deslizamiento de tierra en el cerro Chalma de Guadalupe afectó a siete vehículos, cuatro viviendas y un muro perimetral que divide la colonia Chalma de Guadalupe, en la Gustavo A. Madero, de la reserva ecológica.

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Dos días después, en el cerro del Chiquihuite, en Tlalnepantla, Estado de México, rocas gigantescas sepultaron casas, provocando la muerte de dos personas, otras dos que continúan desaparecidas y más de 140 viviendas desalojadas.

Al respecto, especialistas consultados coincidieron en que se puede reducir el riesgo de afectaciones a propiedades y vidas a través del monitoreo, mitigación y evaluación de las autoridades, utilizando herramientas como el Atlas de Riesgos.

Infografía: Xavier Rodríguez

Alejandro Méndez, geólogo del Instituto Politécnico Nacional (IPN), comentó que los factores de desprendimiento o deslizamiento en las zonas de riesgo se deben principalmente a dos factores, el crecimiento urbano de asentamientos irregulares y la naturaleza de las zonas montañosas en la capital, aunado a la actividad sísmica y las fuertes lluvias.

“Son varios factores de riesgo, primero el crecimiento desmedido de la zona, que lleva desde los años 70, de gente que ha invadido los cerros; la naturaleza intrínseca de la roca, que tienen edad y con los procesos geológicos que han pasado tienden a desprenderse”, explicó a este diario.

Tras lo que ocurrió en el cerro del Chiquihuite, destacó que del lado de la alcaldía Gustavo A Madero las colonias con riesgo de sufrir un incidente similar son La Pastora, Benito Juárez y La Brecha, pues tienen alto riesgo de deslizamiento y desprendimiento de rocas.

Mientras que en el sur, Méndez especificó que en la Sierra de las Cruces, desde la parte del Ajusco hasta Valle Nicolás Romero, la zona tiende a efectos de deslizamiento por el tipo de suelo, mientras que, en Santa Fe, alcaldía Álvaro Obregón, se encuentra el área de las minas.

Respecto a las acciones de las autoridades para reducir los riesgos, el geólogo comentó que debería existir un instrumento de monitoreo, poner sensores en algunas rocas o hacer deslizamientos de roca controlados, a fin de disminuir los efectos.

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“Se debería crear un sistema de alerta temprana, justamente para medir estos efectos, por ejemplo, en qué momento con ciertas lluvias podría una roca caerse. ¿Cuál sería el siguiente paso? Ya se tienen identificados los fenómenos y lugares, ahora la monitorización y el sistema de alerta”, dijo.

Por su parte, Sergio Rodríguez, investigador del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que el proceso de remoción de masa, o “desgajamiento del cerro”, está condicionado a varios factores: las condiciones geológicas, en otras palabras, el estado de las rocas y suelo y si son débiles o se pueden vulnerar, además de la actividad humana.

Asimismo, señaló que están los disparadores, como el exceso de lluvia y actividad sísmica.

El investigador, comentó que otras alcaldías que tienden a riesgo por deslizamiento o desprendimiento son: Milpa Alta, Tlalpan, Magdalena Contreras, Iztapalapa y algunas áreas de Miguel Hidalgo, donde se suman los factores de densidad poblacional e inestabilidad del suelo.

Rodríguez llamó a las actuales y nuevas administraciones de las alcaldías a realizar trabajos de prevención, mitigación y evaluación de las demarcaciones para evitar los riesgos en la población: “estamos en una situación complicada, pero todavía se pueden hacer trabajos preventivos en conjunto de las universidades, y que se propongan nuevas vías de acción”.

LEG