Muy internacional estuvo el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador en días pasados, luego de que invitara a los festejos del 16 de septiembre al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel y el sábado se llevara a cabo la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), reunión a la que acudió feliz y triunfante el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

Como pez en el agua se le vio al primer mandatario al lado de los dictadores cubano y venezolano, a quienes recibió con manteles largos, sin importar el sometimiento y la pobreza en la que tienen sumidos a sus pueblos.

En el caso de Cuba, López Obrador propuso nombrar a la isla como Patrimonio de la Humanidad, por haber resistido 62 años a la defensa de la soberanía de su país y criticó al Gobierno de Estados Unidos por el bloqueo que aseguró, impide el bienestar del pueblo cubano.

Pero fue en la Cumbre de la Celac, llevada a cabo en el salón de usos múltiples de Palacio Nacional (que usa igual para sus conferencias de prensa, que para ofrecer cenas a empresarios y recibir a jefes de Estado), donde no pudo controlar los discursos de sus invitados y al menos un par de ellos aprovecharon para echar en cara la presencia de Maduro.

De manera digna y congruente, el Presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, aclaró que su presencia en ningún sentido era un reconocimiento al Gobierno del señor Nicolás Maduro.

Mientras que el Presidente de Uruguay, Luis Lacalle fue más allá al asegurar que su participación en el foro no significaba ser complaciente, menos aún con países donde no hay democracia plena, no se respeta la separación de poderes, donde se usa el aparato represor para acallar las protestas, se encarcelan opositores y no se respetan los derechos humanos, como en Cuba, Nicaragua y en Venezuela.

Por supuesto que el dictador Maduro -quien por cierto llegó a México en su lujoso avión privado- no pudo contenerse y retó al Presidente de Uruguay a un debate público.

El presidente López Obrador prefirió evadir esas posturas y, a pesar de que no logra despegar el crecimiento económico en México o disminuir los niveles de violencia y el tema de los migrantes es una bomba de tiempo; ahora pretende construir en el continente americano “algo parecido a lo que fue la Comunidad Económica que dio origen a la actual Unión Europea”.

La Cumbre que tuvo como invitados especiales a los amigos dictadores del Presidente de México, que se dice adalid de la democracia, concluyó sin mayores contratiempos y con buenas intenciones, pero habrá que ver si López Obrador y el canciller Marcelo Ebrard tienen el suficiente liderazgo para cumplir los compromisos, o sólo se queda en promesas, como es costumbre de la 4T.

Y en Pregunta Sin Ofensa:

El canciller Marcelo Ebrard reconoció que tuvo que deambular en todo el mundo para pedir que le compartieran vacunas contra Covid-19. ¿No que habían hecho las compras a tiempo?

 

@aguilarkarina