Diariamente se amanece con un nuevo capricho, con una ocurrencia distinta o bien bajo el deseo de imponer un disparate. Eso ha sido la 4T para los mexicanos, una época donde intentan llevar al país por el camino que traza el Presidente. 

Morena ha impulsado con su mayoría legislativa infinidad de reformas que no resultan ni veraces ni afortunadas. Yo lo viví como diputado en la pasada legislatura, cuando se aprobó la reforma del Outsourcing y la de Pensiones, en ambas advertí de los riesgos de aprobarlas y voté en contra, no así los legisladores afines a los intereses del Gobierno. 

A los mexicanos nos impusieron, quizá, una de las más grandes farsas de esta administración; hace unos días los legisladores, en su mayoría morenistas, cumplieron otro capricho del Presidente y aprobaron la Ley Federal de Revocación de Mandato, una ley que ni siquiera es aplicable para él, aunque quieran hacer creer lo contrario. 

Saturaron a la opinión pública de mentiras de una supuesta ley que tendría la facultad de remover mediante el voto a López Obrador si así lo designaba el “pueblo”. Sin embargo, no señores, esto es un vil engaño, seamos claros:

López Obrador aceptó un periodo de seis años marcado en la Constitución, no más, no menos, por lo que ninguna adecuación o ley secundaria podrá modificar su mandato, este será sí o sí de 2018 a 2024, luego entonces, esta ley que, como todas, no es retroactiva, será para los futuros presidentes. 

¿Qué acaso eso no lo saben los legisladores? ¿Será desconocimiento de ley o más bien es impulsar un engaño para tratar de verle la cara a los mexicanos? Creo que la respuesta es obvia. Se trata de un capricho que costará tres mil 800 millones de pesos a un país que no se ve cómo pueda salir del desastre económico ocasionado por el Covid-19.

El engaño y cinismo de la 4T inicia en su conformación como supuesto partido de izquierda, cuando todos sabemos que sus principales fundadores y colaboradores son expriistas, políticos que han saltado de puesto en puesto y que han vivido por años de los mexicanos, mismos que ahora son el hazmerreír, al sentirse los más grandes críticos del sistema, cuando ellos fueron quienes lo estructuraron. 

Pero esta no es la única farsa que arropa la 4T, en sus filas hay supuestos líderes obreros que nunca han sido obreros y se ostentan como tal, como Napoleón Gómez Urrutia, quien se hace pasar por minero para cobrar cuotas sindicales o para recibir algún beneficio económico, más no para impulsar a la base que desprecia y hace menos. 

Recientemente, el senador emblema de la clase obrera por la 4T tuvo la oportunidad de impulsar a un minero como diputado, pero no, Napito, el supuesto comprometido con las causas y necesidades de la clase trabajadora, prefirió darle el apoyo a su secretario particular, un joven fifí que nada tiene que ver con el movimiento obrero. 

Por el contrario, yo soy minero desde temprana edad, sin vergüenza puedo decir que fui diputado federal y representé a mis compañeros obreros, no necesité de títulos de maestría o doctorados, sino que la mejor manera de entender la carencia es viviéndola.

Hablan y hablan de títulos que nunca han mostrado, es más, no se sabe si son reales. Vivimos entre los caprichos de la 4T, veamos qué arroja la Revocación de Mandato, que finalmente lo único que aportará es una calificación para hacer sentir mejor al Presidente.

@CarlosPavonC