Jane Roe fue un ícono de la causa abortista en Estados Unidos durante los años 70s. Libró una larga lucha legal que concluyó en la despenalización del aborto en 50 estados del país. En contraparte, la activista provida Norma McCorvey buscó revertir esta sentencia. A pesar de ser tan diferentes, irónicamente, se trata de la misma persona.

Norma Leah McCorvey Nelson nació en 1947 en Luisiana. Su infancia estuvo marcada por el abandono de su padre y el alcoholismo de su madre. Tras múltiples episodios de violencia familiar, delinquir y haber sido violada por un familiar, se casó a los 16 años para huir de aquella vida. En un lapso de cuatro años, Norma dio a luz a tres hijas (las dio en adopción) producto de tres relaciones diferentes en las que también sufrió violencia.

Durante su tercer embarazo, en 1969, se alió con un par de jóvenes abogadas para pelear por la vía legal la despenalización del aborto en Texas, para lo cual adoptó el seudónimo de Jane Roe. Durante tres años, el caso Roe vs. Wade (fiscal local) cobró gran relevancia y concluyó en 1973, sentenciando que las leyes que lo prohibían eran inconstitucionales.

Tras una década del histórico fallo a su favor, en la que trabajó en una clínica abortista y se involucró en una nueva relación con otra mujer, Roe reveló al mundo su verdadera identidad y escribió “I am Roe”, un libro de memorias. En una firma de su obra, conoció al representante de un grupo provida.

Sorpresivamente, en 1995 McCorvey anunció su conversión al cristianismo, haciendo de ello un fenómeno mediático, al televisar su bautismo a nivel nacional, a la vez que se proclamó activista provida y del movimiento “Operación Rescate” para volver a penalizar el aborto por el cual había luchado anteriormente. Aunado a esto, la mujer afirmó que la violación que había sufrido en su tercer embarazo fue una mentira y alegó ser el peón de sus abogadas. A pesar de ello, la Corte Suprema denegó su petición.

McCorvey murió en 2017; antes hizo una polémica declaración en el documental AKA Jane Roe: confesó que su conversión no fue genuina y que por su cambio de ideales le pagó el movimiento evangélico.

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