Mientras las actividades cotidianas en Afganistán siguen su curso, como los rezos en las mezquitas por parte de los hombres musulmanes, un incipiente movimiento de protesta de mujeres nace en Kabul
Foto: AFP Mientras las actividades cotidianas en Afganistán siguen su curso, como los rezos en las mezquitas por parte de los hombres musulmanes, un incipiente movimiento de protesta de mujeres nace en Kabul  

Han pasado 20 días desde que los talibanes tomaron el control de Afganistán, y pocas señales de la apertura prometida se han visto desde entonces.

La venta de armas y de ropa especial para cubrir el rostro y cuerpo de las mujeres ha aumentado; aunque entran a las aulas, ellas no pueden estar en salones mixtos y solo tendrán profesoras; los ataques a las zonas donde se asienta la disidencia se incrementan; y las negociaciones para continuar la salida de personal humanitario avanzan a tropiezos.

Al borde de un desastre humanitario, los talibanes han dicho que sí garantizarán la seguridad de trabajadores y el acceso de ayuda, según el jefe de la misión de la ONU en Kabul, aunque falta detallar las operaciones y ver que se concreten.

Según Naciones Unidas, 18 millones de personas, la mitad de la población, están afectadas por la crisis humanitaria.

En tanto, la canciller alemana, Ángela Merkel, instó a mantener negociaciones para continuar las evacuaciones de personal hacia su país, pues quedaron incompletas cuando se cerró el aeropuerto, este 30 de agosto.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, instó a la nación a detener de inmediato la violencia en un informe presentado al Consejo de Seguridad este fin de semana, pues ahora el temor es que se detone una nueva guerra civil en Afganistán. Y es que los talibanes afirmaron este domingo haber ganado terreno en el valle de Panshir, el último gran foco de resistencia armada a su dominio sobre la totalidad del país.

Entre los primeros anuncios del nuevo Gobierno destaca que las estudiantes afganas no podrán mezclarse con hombres en las aulas y deberán llevar una abaya negra y un niqab que les cubra el rostro; saldrán de clase cinco minutos antes que los hombres.

En Guantánamo, tortura tras 9/11

¿Cómo se relacionan el 9/11 y la prisión estadounidense de Guantánamo, en Cuba? En varios momentos se cruzan sus historias. Exmilitares estadounidenses reconocieron la semana pasada a la televisión alemana haber infligido malos tratos (uno de ellos los calificó de tortura), a Mohamedou Ould Slahi, considerado durante años por Estados Unidos pieza clave en los atentados del 11 de septiembre. Slahi estuvo preso de 2002 a 2016, hoy vive en Mauritania.

En tanto, Sirajuddin Haqqani, hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviética, Jalaluddin Haqqani, y también el número dos de los talibanes y el jefe de la red que lleva su apellido, está acusado de haber asesinado a algunos altos responsables afganos y de haber tomado como rehenes a occidentales para obtener un rescate o mantenerlos prisioneros, como el militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de la base de Guantánamo en Cuba.

AR