Una de las bandas más pesadas que se presentó en el histórico festival de Avándaro fue la “chicana” Peace and Love quien, a pesar de ser harto popular y de que sus canciones sonaban fuertes en la radio, sufrió los estragos de la satanización al rock que se desató tras el histórico festival.

“Tenemos el poder, tenemos el poder”, cantaron en aquel entonces miles de gargantas comandadas por Ricardo Ochoa, vocalista de Peace and Love, en el escenario de Avándaro que constantemente parecía que iba a caer pero que resistió estoicamente, cual ejemplo de dignidad rebelde mientras interpretaban rolas como We got the power, Latin feeling y Mariguana.

Aunque el grito se daba a días del halconazo y a meses de la masacre del 68, los cientos de miles de chavos lo asimilaron como lo que era: un llamado a la unidad para generar un cambio que décadas después se lograría con una mayor libertad, espacios culturales, autogestivos, diversidad e inclusión.

“Los medios de aquella época se centraron en retratar del Festival la parte negra y oscura, lo que, en realidad, nunca pasó. Lo de la violencia, los pelos, la mugre, las drogas fue un invento de los medios amarillistas, de la nota roja”, narra en entrevista Ricardo Ochoa, el cuasi mítico guitarrista y compositor de Peace and Love.

A un tostón de distancia, el máster Ochoa señala emocionado que, junto con algunos colegas músicos y académicos, está organizando el festejo para rememorar aquellas enseñanzas que dejó Avándaro, con un objetivo claro, el de dignificar al festival y al rock mexicano. Todo ello a través de pláticas, foros y hasta un documental.

Puro recuerdo chingón

La añoranza es vívida en la memoria de Ricardo al hablar del festival que, efectivamente, cambió la historia cultural y hasta social de México; momentos de armonía, fraternidad y empatía se vivieron entre el 11 y 12 de septiembre de 1971 en el hoy mítico pueblo de Avándaro en el Estado de México, a donde llegaron con la consigna de tocar pura música original.

“La gente se comportó de manera inigualable; hubo un sentimiento de liberación a través de la música compartido por miles”, señala el también productor.

Para Ochoa, “salir del Monumento a la Revolución en autobuses (rumbo a Avándaro) y ver la carretera llena de autos, de gente caminando y escuchar en la radio la transmisión en vivo de lo que acontecía en el escenario era sinónimo de “¡Guau!, algo va a pasar aquí… y pasó.

“Cuando llegamos al pueblo estaba atascado de chavos y todo el mundo estaba en el peace and love. Yo era vegetariano y traía las cosas del yoga. El vibrar allí, el sentir eso, caminar entre la gente y que todos te saludaran y compartieran su comida y bebida era parte de la empatía y la fraternidad que, al final, los medios no pudieron retratar”, cuenta Ochoa.

“Había hotel para los grupos, yo preferí rolar con la banda desde la mañana hasta que tocamos y luego en la noche me recosté allí entre ellos; era una cosa energética, potente. Anduve caminando horas entre todo el mundo, algunos fumando mota o desnudos, yo no lo podía creer era algo surrealista y a la vez muy real, me empapé en esa emoción.

Siempre me ha dolido que sólo se quedaran en la encuerada de Avándaro, las greñas, el sexo y la mugre de una manera insultante”, remata el guitarrista.

¿Qué pasó con Peace and Love tras Avándaro?

Es conocido que tras el festival de Avándaro el rock quedó relegado del mainstream de la música, de los grandes escenarios y que muchas de las bandas que participaron en él le tuvieron que machetear en el underground, en los hoyos funkys o de plano tirar la toalla.

En el caso de Peace and Love, quienes en 1971, tras el festival grabaron el álbum Avándaro / 1971 y de allí volvieron a la escena… hasta el 2018.

“Mucha gente no sabe por qué no siguió lo que se gestó en Avándaro, las bandas, nosotros mismos, y allí entra la parte negra, la mentira que se difundió de que había sido lo peor que había hecho la juventud en México, haberse reunido, ponerse mariguanos y desnudarse, eso nos afectó a todos”, dijo el músico.

¿Cómo hay que festejar a Avándaro?

Ricardo Ochoa es parte del comité organizador del 50 aniversario de Avándaro cuyo festejo principal, derivado de la pandemia del Covid-19, se centrará en conferencias, charlas virtuales y algunas presentaciones de bandas en el mismo formato.

Para el músico, aunque en este 2021 no nos podamos ver las caras, el festejó del tostón de Avándaro se tiene que dar reconociéndose entre la banda rockanrolera y aceptando que hay gente a la que le gusta el metal, el punk, el heavy para que haya inclusión y unidad.

“Hay que unirse para lograr que en México los gobiernos, los de arriba, quien sea, entiendan que el rock mexicano es parte de la aportación cultural de este país al mundo. Hay muchos valores en la música. Yo llamaría a la gente a abrir la mente a este arte, hay que unir a las generaciones roqueras. Hay que celebrar la apertura, esa que quedó eclipsada brevemente tras el histórico festival del que hablamos aquí”, finaliza Ricardo Ochoa.

RECURSO
“La gente se comportó de manera inigualable; hubo un sentimiento de liberación a través de la música compartido por miles”

Junto con colegas músicos y académicos, está organizando el festejo para rememorar aquellas enseñanzas que dejó Avándaro para dignificar al festival y al rock mexicano.

LEG