Como hace casi 20 años, el presidente estadounidense amenazó a un grupo terrorista internacional después de sufrir un ataque a sus símbolos: en 2001 fueron las Torres Gemelas y el Pentágono; ayer, las vidas de al menos 13 soldados de su Ejército en Kabul, Afganistán.

“Los cazaremos y los haremos pagar (…) los terroristas de ISIS-K no van a ganar”, advirtió Joe Biden en conferencia de prensa desde la Casa Blanca.

Con sus declaraciones comienza una nueva etapa del enfrentamiento armado entre Estados Unidos y grupos yihadistas, que se mantuvo suspendido los últimos 20 años gracias a la estancia de las fuerzas armadas de EU y la OTAN en el país, donde el grupo talibán (la amenaza original) estaba neutralizado y reinaba una frágil paz bajo un Gobierno nacional.

Después de emitir un mensaje de 30 minutos, la vocera de Presidencia, Jen Psaki, tomó preguntas de los periodistas, aún incrédulos sobre las futuras acciones del Gobierno de la Unión Americana: “No lo pudo haber dicho más claro, a ISIS-K los vamos a perseguir y a matar”, reiteró.

Cuando en la capital afgana ya era la noche del jueves 26 de agosto, dos explosiones se registraron en las inmediaciones del Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, donde se llevan a cabo las labores de evacuación de miles de ciudadanos europeos y locales desde hace 12 días.

Mientras la prensa internacional informaba de más de 80 muertos (entre ellos 13 soldados norteamericanos) y 140 heridos, fuentes de los talibanes se referían a más de 250 personas lastimadas.

A cuentagotas, durante las siguientes horas tras los atentados se supo que los autores fueron integrantes del grupo radical yihadista, contrario a los talibanes ISIS-K (Estado Islámico, EI), quienes se atribuyeron la agresión, informó el sitio especializado SITE.

Los mismos talibanes (incluso más moderados que el EI), a través de su portavoz Zabihullah Mujahid, condenaron “firmemente” el ataque, pero señalaron que “tuvo lugar en una zona donde las fuerzas estadounidenses son responsables de la seguridad”.

SALIDA URGENTE

Los ataques complican las labores de evacuación de miles de personas aliadas de los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y de los mismo afganos. Francia intentará evacuar a cientos de personas más, afirmó el presidente Emmanuel Macron, advirtiendo que las próximas horas serán “extremadamente arriesgadas”.

En tanto, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que las fuerzas aliadas tenían que seguir evacuando a la mayor gente posible.

La canciller alemana, Ángela Merkel, consideró que estos hechos muestran “que el riesgo es inmenso”, aunque su país ya concluyó las evacuaciones.

A pesar de todo, Biden reiteró que los vuelos de evacuación continuarán hasta sacar al último aliado o al 31 de agosto.

EN FUGA

95, 700
personas evacuadas de Afganistán

101, 300
personas en total desde julio pasado

13, 400
en las 24 horas anteriores al atentado

13
soldados norteamericanos murieron

Talibanes, grupo ‘moderado’ frente a la rama más radical del Islam

La rama afgana del Estado Islámico, conocida también como ISIS-K o EI-K en la provincia de Khorasan se consolidó en 2015 en la provincia de Nangarjar, en el este de Afganistán, pero ha estado bajo presión en los últimos años por parte de la coalición liderada por Estados Unidos, el ejército afgano y los propios talibanes.

Las divisiones ideológicas separan a los talibanes del ala radical yihadista responsable de los ataques. El segundo sigue la escuela salafista del Islam; los talibanes, la escuela conservadora deobandi. El ISIS-K aspira a un califato que se extienda desde el sur de Asia hasta Asia Central; los talibanes se conforman con un emirato en Afganistán, como anunciaron que lo instaurarían una vez que terminara la salida de los extranjeros.
LEG