Mucho se ha discutido en torno a la imagen de Estados Unidos frente a la retirada de sus tropas del territorio afgano, después de 20 años de conflicto. Más allá de una estrategia geopolítica, la protección a personas en estado de vulnerabilidad es prioritaria.

Hace poco más de una semana, Afganistán despertó bajo el yugo del Talibán, con el repliegue del ejército estadounidense, sin aviones disponibles… Frágil y desprotegida.

Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, desde enero de 2021, alrededor de 270 mil afganos —de los casi 39 millones de habitantes— se han visto forzados a desplazarse debido a la crisis humanitaria. Su huida se explica fundamentalmente por el recrudecimiento de la violencia y la inestabilidad.

México, fiel a su compromiso humanitario, ha comenzado a procesar las primeras solicitudes de refugio de ciudadanos afganos. Éste es el ejemplo que debe proyectar nuestro país, máxime como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

En este sentido, la diputada Nayeli Fernández Cruz, del PVEM, expresó de manera atinada: “La sociedad internacional debe buscar desplegar esfuerzos para brindarle refugio y asistencia humanitaria a la población afgana, especialmente a las mujeres y niños.”

Ello implica la activación de ciertos principios, propios del derecho internacional, como el de no devolución, para facilitarles un salvoconducto a los refugiados y evitar que se hallen en condición de peligro. Este tipo de medidas están ancladas en el ius cogens, es decir, la conciencia moral de la sociedad internacional.

La reacción de las principales potencias del mundo no se hizo esperar. Hoy, los líderes del G7 —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido y Japón— sostendrán una reunión virtual para tratar la situación en Afganistán.

Asimismo, los ministros de relaciones exteriores del Grupo de los Siete definieron como uno de los ejes centrales de acción el libre paso de afganos y extranjeros que buscan abandonar las fronteras de dicha nación.

Joe Biden ha refrendado su compromiso de evacuar Afganistán a más tardar el 31 de agosto, pese a la tensión que se respira. Después de dos décadas de presencia estadounidense, con un costo y saldo elevados, el retorno del Talibán supone un escenario delicado, particularmente en su dimensión humanitaria.

Sin duda, estos aspectos nos conmocionan. Ahora bien, no olvidemos que existen rincones en nuestro país que reflejan los mismos niveles de ingobernabilidad y ausencia de Estado de derecho.

Los expertos en el tema han señalado que nos encontramos en la antesala de una crisis humanitaria y de derechos humanos grave. Estados Unidos se verá obligado a nutrir los canales de diálogo con sus aliados y actores clave —como China y Rusia—. De lo contrario, el desenlace de está historia nuevamente se traducirá en la pérdida de decenas de miles de vidas. Esto, además de urgente, impactará en el futuro de toda una generación de niños, mujeres y hombres.

¿O será otra de las cosas que no hacemos?

Consultor y profesor universitario

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