En la retaguardia, la GN organiza un operativo carrusel e impide que pasen más vehículos que pudieran poner en peligro a los bikers en homenaje.

Son las 11:00 horas y el Sol brilla desde lo alto sobre la Autopista México-Cuernavaca. En el asfalto, pasando la caseta, más de un centenar de motocicletas aguardan para partir hacia Tres Marías, municipio de Huitzilac, Morelos, donde una semana antes siete bikers fallecieron debido a la alta velocidad.

Elementos de la Guardia Nacional (GN) y Caminos y Puentes Federales (Capufe) van de aquí para allá, agilizando el tránsito de vehículos antes de que el camino se sature de motociclistas a baja velocidad.

Y es que esta es una rodada fúnebre, bikers en homenaje a los caídos que se realiza a 80 kilómetros por hora… a diferencia de la semana pasada, cuando los bikers fallecidos llevaron sus motocicletas a más de 250 kilómetros en una autopista cuyo límite es de 110.

De pronto, rugen los motores y poco a poco un hilo de motocicletas avanzando se convierte en un verdadero torrente que ocupa toda la autopista. Tras ellos queda una gorra morada, de alguien que la perdió sin darse cuenta al ponerse el casco.

En la retaguardia, la GN organiza un operativo carrusel e impide que pasen más vehículos que pudieran poner en peligro a los bikers en homenaje.

Demasiado tarde, pues decenas de autos se han colado a la rodada, entre miembros de la prensa, familiares y amigos de los motociclistas y viajeros.

Los bikers se portan respetuosos del Reglamento de Tránsito… hasta llegar a los límites entre la CDMX y Morelos, donde la autopista se reduce de tres a dos carriles; es en ese momento cuando los rezagados se meten entre los vehículos para rebasar, algo peligroso y prohibido, pero común cuando hay tránsito intenso.

Finalmente la caravana llega a Tres Marías, donde se detiene unos minutos sobre la autopista. Los bikers aprietan el acelerador sin moverse, haciendo que sus motores rujan y que el aire se llene de humo, en una especie de homenaje por sus hermanos caídos.
Luego, los grupos se movilizan. Algunos, los menos, van a Cuernavaca, mientras que el resto se adentra al pueblo, dispersándose entre locales de barbacoa, cecina, quesadillas y demás delicias de carretera.

Otros van a pequeños puestos que aprovechan al centenar de bikers para vender cascos, chamarras y chalecos, pues tanto la autopista como la carretera federal paralela son ruta común para los bikers amantes de las curvas.

El cielo, que en la ciudad se veía limpio y con nubes blancas, aquí se encuentra encapotado y como si quisiera arruinar la misa que se espera a la 13:30 horas, la lluvia comienza a caer en un diluvio imparable.

Efectivamente, llega la hora marcada y en la iglesia sólo hay un par de personas esperando, pero se trata de miembros de la prensa que cuestionan si habrá o no una misa por los muertos.

“¿Tendrá los nombres de los fallecidos para apuntarlos?”, pregunta una mujer, ayudante del párroco, con libreta en la mano.
Casi son las 14:00 horas, el diluvio no se ha detenido y por fin llega uno de los organizadores de la caravana a dar los nombres y avisar que, por la lluvia, los asistentes aún no arriban a la iglesia.

Quince minutos después comienzan a llegar los asistentes a cuentagotas (como el agua que todavía cae). Una madre y un padre, tres amigos, dos motocilistas solitarios y miembros de la prensa. Del más de un centenar de bikers que partió de la Ciudad de México, esto es lo que queda en la parroquia de San José.

Algunos están en otra misa, pero otros, en lugar de estar con el Cordero de Dios, degustan borrego en barbacoa en los restaurantes de alrededor.

“Encomendamos a la misericordia de Dios Padre Todopoderoso… Condúcelos ahora a tu reino… Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano… Jesús le dijo, tu hermano resucitará”, suena la voz del padre en toda la iglesia.

Llega la hora de la comunión y sólo se levanta una persona, pese a la baja asistencia, el párroco luce sorprendido.

Termina la misa y la madre de Anny Jael, La Negrita, a quien vinculan con La Unión Tepito, se levanta y se detiene un instante en solitario frente al altar. Mientras su padre se despide con el codo (por la sana distancia que obliga la pandemia) de los bikers asistentes… Le toma menos de 10 segundos.

Como en las bodas y bautizos, todo el mundo quiere ir a la fiesta… pero se saltan la iglesia.

Frases: 

“Aunque no conocíamos en persona a nuestros hermanos caídos, los conocemos por pasión. Debemos tener responsabilidad al montar nuestros caballos de acero” Fabian Lobatos, Presidente del Motoclub Raptos XZ.

“Rodemos con precaución, tengamos más cuidado, no aceleremos tanto las motocicletas. Que esta lamentable experiencia sirva para moderarnos en esa parte” Iván Juvera, Presidente de Bikers Brothers.