No importa el tamaño de la fortuna que logren amasar, no importa el nivel de adoración que lleguen a despertar, la barrera luce infranqueable: para la abrumadora mayoría de los futbolistas es impensable pasar de la cancha a lo más alto de una directiva.

De por sí cuesta trabajo verlos evolucionar, sin mediar alguna escala, a directores técnicos, ya no decir directores deportivos –ahí está la vieja recomendación de esperar un tiempo para no enfrentar el complejo trance de mandar sobre alguien que jugó a su lado.

Rey de las excepciones, en este rubro Gerard Piqué también es la excepción. Porque en vano buscaremos otro futbolista capaz de conseguir el principal contrato de patrocinio del club para el que juega (lo hizo con la japonesa Rakuten por 55 millones de euros anuales; empresa cuyo propietario, Hiroshi Mikitani, es su socio y amigo). Porque hallaremos a muchos deportistas codeándose con lo más alto de la farándula e incluso con élites políticas, aunque no especialmente con los empresarios (ahí tienen su cercanísima relación con Mark Zuckerberg, de quien es anfitrión cada que viaja a Barcelona). Porque nos sorprenderemos lo suficiente si, a la par de mantenerse en forma física y técnica, los ases de la cancha son emprendedores… mas cómo imaginarlo en un deporte ajeno al suyo y desde la cúspide: Piqué adquirió los derechos de la Copa Davis por 25 años y a cambio de 3 mil millones de dólares.

En ese último sentido, no sólo fue reformar arriesgadamente el añejo torneo, incluso negociar con jugadores, admitir las desavenencias con gigantes como Roger Federer (al declarar el suizo que no lo conoce, el catalán contraatacó: “Supongo que entre él y su agente no hay mucha comunicación”) y abrir hueco en su agenda de dos partidos semanales para viajar a certámenes tenísticos (cierta vez pidió permiso a su entonces DT, Ernesto Valverde, para perderse un entrenamiento sin decirle que su viaje era hasta Florida; ahí consiguió que se aprobara el nuevo formato de la Davis y un par de días después el Barça ganaba con gol de ese hombre inmune al jetlag.

Caiga bien o caiga mal, se reconozca su dimensión histórica como defensa o no, sin importar que en España se mezcle en donde aparece su apoyo al referéndum por la independencia catalana, es innegable que estamos ante alguien demasiado distinto.

Hemos comenzado este texto hablando de lo difícil que es para un jugador saltar sin mediación a la dirección técnica. Aquí hablamos de alguien que es capaz de seguir jugando y ya ser visualizado como futuro presidente.

Su último acto le elevó todavía más. En medio de una institución en llamas, recién desprendida de su máximo crack, con la crisis colándose ya no por goteras sino por amplias rendijas, se redujo de último momento el sueldo para que el Barça inscribiera a sus nuevos jugadores. Horas después anotó el primer gol blaugrana de la temporada.

Piqué en esencia: decisivo dentro y fuera del césped, donde presumen ser més que un club habrán de admitir que con el número 3 alinea més que un jugador.

 

Twitter/albertolati

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