La comunidad internacional ha atravesado y sigue lidiando con grandes retos, desde conflictos armados, cambio climático, estabilidad económica y financiera mundial; fenómenos sociales a nivel global, como migración, pobreza, violencia y desigualdad y, más recientemente, la pandemia provocada por la Covid-19.

Para poder enfrentar estos escenarios, ha sido indispensable establecer los principios en que descansan las relaciones diplomáticas y el derecho internacional, como la igualdad jurídica y soberana de los Estados, la cooperación internacional para el desarrollo, y la proscripción de la amenaza y el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.

En este sentido, la política exterior del Gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha encaminado a fortalecer el respeto de estos principios en sus relaciones con las otras naciones del mundo, especialmente con las que existe mayor vínculo, entre las que sin duda la relación bilateral México-Estados Unidos tiene una preponderante importancia, tanto por la vecindad fronteriza como por los lazos culturales, económicos y políticos que nos unen.

La transición demócrata en la Unión Americana ha favorecido la cooperación con nuestro país, al compartir una misma visión de corte social respecto de los temas más apremiantes en ambos lados de la frontera y, al contrario de lo que elucubraron algunas voces críticas de las decisiones en materia de política exterior, respecto a un posible distanciamiento entre los gobiernos mexicano y estadounidense, derivado de la posición del presidente López Obrador en temas como el apoyo al pueblo cubano, la condena del bloqueo económico y la posibilidad de sustituir a la Organización de los Estados Americanos por un organismo autónomo y mediador de conflictos entre los países de la región, las relaciones diplomáticas con el vecino del norte son estrechas y se encuentran en un buen momento para realizar cambios históricos, como la designación y ratificación de Ken Salazar como nuevo embajador en nuestro país.

La decisión de colocar a un político de origen mexicano con una gran trayectoria como la de Salazar al frente de las relaciones diplomáticas con México es una buena señal de la disposición que existe en la Casa Blanca por reafianzar la colaboración y atender los temas de la agenda bilateral con una perspectiva amplia, fundada en el respeto de las respectivas soberanías y en el bienestar de ambas naciones.

Ken Salazar, junto con Mel Martínez, de origen cubano, se convirtieron en 2004 en los primeros hispanos en formar parte del Senado estadounidense en más de 30 años; además, se desempeñó como primer secretario del Interior durante la administración de Barack Obama, y como copresidente del Comité de Liderazgo Latino en la campaña del actual presidente Joe Biden.

La reciente llamada del mandatario mexicano con Kamala Harris, vicepresidenta estadounidense; su reunión con un comité de funcionarios de aquel país, encabezados por Jake Sullivan, jefe del Consejo de Seguridad Nacional, así como la invitación formulada al presidente Biden para visitar nuestro país son muestra de la cercanía, el respeto y la amistad entre ambos Estados, lo que en próximos días estará generando grandes expectativas, especialmente respecto al acuerdo para la reapertura total de la frontera, por donde fluye buena parte del millón de dólares por minuto que representa nuestro intercambio comercial.

 

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