Los resultados de las elecciones intermedias realizadas, así como todos los eventos de lo que va de 2021, han demostrado una vez más que México es un país plural, pero que lamentablemente se encuentra profundamente polarizado. También nos ha dado señales claras de que a pesar del multipartidismo existente, Morena continúa aumentando su influencia. Bajo este escenario, todas las fuerzas políticas han comenzado a prepararse para la gran contienda electoral que se avecina en 2024. 

Para algunos,  significa sobrevivir, mientras que  para otros avanzar o al menos mantener sus espacios de poder. Ante esta realidad, cualquier organización que esté interesada en impulsar temas de políticas públicas y legislación debe asumir la misma actitud. 

Ante el contexto político actual, planear e implementar estrategias para crear y fortalecer la legitimidad, así como sus márgenes de maniobra es imprescindible para estas organizaciones. Sin embargo, es necesario no solo responder a los retos que se imponen en el corto plazo sino también prepararse para el escenario que se dé con los resultados de 2024. Independientemente de hacia dónde transitará México, sí tenemos la certeza de que la configuración política volverá a cambiar, ya sea para darle un mayor apoyo al partido gobernante actual, un mayor equilibrio de poder o para disminuirlo.  Por esta razón, es de suma importancia no minimizar el poder de nadie  y diversificar relaciones con todos los grupos políticos representados.

Esta diversificación en la vinculación con las diversas fuerzas políticas también presenta sus retos. Primero, porque el futuro de éstas claramente dependerá de su habilidad para dar respuesta a las demandas de una ciudadanía cada vez más exigente e impaciente, que busca mejores condiciones de vida y que está muy dividida en cómo lograrlo. Segundo, porque bajo esta lógica, la agenda de confrontación, radicalización en las posturas en los temas públicos  y la premisa “divide y vencerás” continuarán siendo la normalidad del quehacer político nacional.   

Bajo estas circunstancias, el escenario que debe evitar cualquier organización que busca incidir en las políticas públicas es quedar atrapada entre estas confrontaciones, ya que al promover la exclusión de un grupo u otro de la sociedad, o la pertenencia al grupo contrario, significa también que contribuirán inadvertidamente a la polarización y al desencuentro. Los costos no solo serán negativos en términos reputacionales, sino que también debilitarán la confianza y posibles oportunidades de vinculación y colaboración con los otros grupos. 

Por esta razón, la solución para aumentar la eficiencia en la vinculación de las organizaciones consiste en escuchar y entender las necesidades apremiantes de la sociedad, y poder traducirlas a propuestas proactivas, neutrales y apartidistas, que tengan la posibilidad de convertirse en acciones concretas. 

Para lograrlo, se requiere ser el convocante del diálogo para sentar en un mismo espacio a actores, que de ser convocados por la oposición o el partido en el poder,  difícilmente aceptarían. Es aquí donde radica la oportunidad para que organizaciones provenientes del sector privado y de la sociedad civil sean un punto de encuentro para abordar los temas de interés con actores pertenecientes a diversos sectores y fuerzas políticas. Convertirse en un catalizador de acuerdos, alianzas multisectoriales y multipartidistas, así como trabajar de manera colaborativa en temas de interés público, brindará legitimidad y fortaleza para incidir positivamente en la agenda pública. 

La contienda electoral para 2024 inició el día después de las elecciones intermedias. Para incidir eficazmente se tiene que trabajar en una agenda pública de colaboración que permita como mínimo dar respuesta a las necesidades apremiantes que tiene el país. Para lograrlo, se requerirá de quehacer político de actores no gubernamentales  y una gran capacidad de operación para que los temas de interés sean tomados en cuenta en las agendas de la mayoría de las fuerzas políticas representadas. Dar ese paso terminará con el “modo reactivo” en el que muchas organizaciones se encuentran al tener que enfocarse a responder y confrontar a la agenda que les ha sido impuesta. La oportunidad está ahí, pero no se cristalizará de manera inercial: hace falta organizarse en torno a temas en común, antes de que los conflictos o diferencias escalen impactando aún más el debate y las instituciones democráticas, al ambiente de negocios de México y al bienestar y la paz social. 

Karla Mendoza Alcántara Co-fundadora de Agil(e) y Directora de Asuntos Públicos

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