Lo malo de la consulta del domingo fue el dispendio de 500 millones de pesos que tanta falta hacen para muchas cosas en México.

Lo bueno, es que nos permitió corroborar que el Instituto Nacional Electoral es una institución autónoma capaz de organizar dos convocatorias a los electores tan cercanas y con mucho carácter para resistir los ataques desde el poder.

Y lo que corroboramos, lo que aprendimos con el ejercicio completo de la consulta, desde su planteamiento hasta sus resultados, es que el discurso faccioso de la 4T no tiene límites.

Un Gobierno no tiene que consultar si aplica la ley o no, pero la 4T decidió usar su poder para profundizar en su mensaje de división social entre ellos y los malos del pasado.

La diferencia entre la paupérrima consulta patito con la que López Obrador justificó su decisión tomada de tirar la construcción del Aeropuerto de Texcoco y ésta del domingo pasado, con la asistencia del 7% del padrón electoral, es el poder. Es el uso del Estado con un fin particular.

No hay duda de que una consulta promovida tan vehemenentemente por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador que obtiene menos del 8% de participación del padrón electoral es un fracaso.

Pero no es ese el resultado que buscaba la 4T. No les importa que una pregunta tan ambigua y confusa como la que se consultó no sea legalmente vinculante, porque este Gobierno ya tenía las decisiones tomadas antes de que se abrieran las urnas. Así como ya sabía López Obrador que acabaría con el Aeropuerto de Texcoco antes de su consulta patito para el tema.

Lo que ganó López Obrador y su movimiento fue perpetuar un tema. Sus fieles legisladores van a impulsar de cualquier forma esas “comisiones de la verdad”, van a mantener el discurso de que todos los expresidentes son corruptos y que ellos van a perseguirlos.

Y lo que corroboran es que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, su partido Morena y satélites que le acompañan, junto con toda esa feligresía de diferentes grados y alcurnias, habrán siempre de responsabilizar a un tercero de sus fracasos.

La victimización es parte del manual de propaganda de este grupo en el poder y el discurso que ahora enarbolan es que ellos, con tan buenas intenciones de combatir la corrupción del pasado, fueron boicoteados por el INE, por la derecha, por los conservadores, por los medios, por los intelectuales, por los analistas y cualquier otro que se ponga en su camino.

No, no estamos discutiendo los efectos de la tercera ola de la Covid-19 en México y las malas decisiones sanitarias del Gobierno, no tenemos presente que vivimos el sexenio más violento de la historia de México, no discutimos los efectos de la prolongada crisis económica. Desde Palacio nos marcan la pauta de discutir sobre la consulta, los expresidentes y los boicots a sus proyectos.

Es una consulta fracasada de 500 millones de pesos, pero es un éxito en la narrativa del actual Gobierno.

 

@campossuarez