Fue larga la espera, porque este colosal evento deportivo fue pospuesto, como muchas otras cosas, a causa del(…) bueno, ya saben cuál fue la causa, ¿no?

Pero, a pesar de no tener aforo presencial del público por ya saben quién, el ver la antorcha característica de los Juegos Olímpicos ser encendida brindó dicha a mi casa, y estoy seguro que a otros millones de hogares más en todo el mundo. 

Porque nos recuerda la importancia de los deportes para la unión, esperanza y comunión de un país, pueblo o localidad. Además de divertirnos y darle beneficios a nuestra mente y cuerpo, las actividades físicas son símbolo de la cultura. Y el tener un evento como estos es un ejercicio de sana competencia en favor de todos.

En primera, porque se le está dando a la gente una indispensable distracción para los tiempos de ahora. Con las malas noticias de la variante Delta, amenazando principalmente a la población que no ha podido vacunarse, nada como miles y miles de horas de entretenimiento, de la mano de los mejores atletas de diferentes partes del globo terráqueo, para poder pasar un buen rato y despejarse. 

En segunda, este colectivo deportivo también es clave para la representación y la ruptura de estereotipos. Aquí los hombres y las mujeres tienen el mismo espacio de participación en distintas disciplinas. De igual forma podemos admirar a chicas expertas en el arte del tiro con arco que a hombres haciendo hazañas como gimnastas. Se nos olvida un poco de qué raza es cada integrante, su género o su orientación sexual, porque acá el objetivo principal es el talento de los competidores. Claro, es inevitable negar el mundo de afuera, pero en el estadio, el foco está en el deporte. 

Asimismo, podemos empaparnos un poco de culturas diferentes a la nuestra, cuando vemos, por ejemplo, a talentosas coreanas en la competencia de skateboard o a destacados clavadistas británicos. Sobre todo, tenemos una carta de presentación óptima para el país sede. En esta ocasión tocó Tokyo, Japón, cuyas tradiciones milenarias, así como su destreza tecnológica, pudieron apreciarse a todo color en la ceremonia inaugural. 

Sin embargo, en última instancia, los Juegos Olímpicos existen para llenar de esperanza al mundo. Porque nos hacen creer en la paz, en la unión para perseguir una única causa, y que no hay sueños imposibles. Cada temporada, nos toca escuchar historias extraordinarias de primerizos en la competencia o de gente que, después de tanto luchar, consigue llevarle medallas a su país. 

Al final del día, el que millones de personas sean testigos de cómo tanto esfuerzo termina rindiendo frutos, es totalmente admirable. Cuando la antorcha se ilumina cada cuatro años, la historia se reescribe, y logramos distraernos del caos(…) aunque sea por un ratito.

 

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