El presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho saber, de manera implícita, que son dos y no seis las opciones que, hasta el día de hoy, tiene en mente para sucederlo en Palacio Nacional. Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard son, por el momento, los pilares del proceso interno que Morena habrá de encabezar para designar a su abanderado en 2024.

Queda claro que la jefa de Gobierno capitalino aparece como la opción que representaría para el Presidente la extensión, en la interpretación más pura, de su proyecto ideológico. Más allá de la consideración de género, la figura de Sheinbaum se ha traducido en una estoica lealtad que, incluso, la ha orillado a ceder espacios de decisión en su gestión al frente de la Ciudad de México.

Para poder prosperar, Claudia Sheinbaum tendría que contar con la garantía de un partido Morena fortalecido y crecido en los procesos electorales de 2022 y 2023 (Aguascalientes, Durango, Oaxaca, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Estado de México), aunado a un claro recule de la alianza opositora en los próximos dos años. Se trataría de caminar a la par de las corrientes menos moderadas del movimiento lopezobradorista con la seguridad de que éstas sean lo suficientemente sólidas para garantizarle la victoria en las urnas.

Por su parte, Marcelo Ebrard representa en el proyecto presidencial el funcionario más completo del gabinete, el que puede generar un consenso dentro de su partido e ir hacia el centro en la búsqueda de los votos necesarios para garantizar la continuidad de su legado. El actual canciller ha reiterado en distintas circunstancias su lealtad ante el mandatario, ha resuelto las encomiendas que le han sido asignadas y ha resistido los embates recibidos, que no han sido pocos.

Ebrard cuenta con los alcances para tejer alianzas en sectores progresistas moderados y representa una opción de corte socialdemócrata, capaz de aglutinar a grupos de izquierda que no forzosamente se sentirían cómodos con Claudia Sheinbaum.

En medio de esta situación, el mandatario ha colocado a sus dos alfiles una especie de sombra con la intención de generar alternativas en caso de ser necesario. El haber incluido en la lista de posibles candidatos a Tatiana Clouthier y Rocío Nahle representa una alternativa a la figura de la jefa de Gobierno. En el caso de Ebrard, los espejos son Esteban Moctezuma y Juan Ramón de la Fuente, funcionarios del mismo corte y de trayectoria similar a la del canciller.

En política las cosas no forzosamente surgen de los dictados del corazón, sino de lo que impone la razón y ésta se encuentra íntimamente vinculada a las circunstancias del momento. Los presidentes, en tiempos sucesorios, se ven orillados a tomar sus decisiones en función de la coyuntura, de forma pragmática y dejando a un lado cualquier consideración de tipo emocional. Llegado el momento, se verá hacia qué lado se inclina la balanza.

Segundo tercio. Una de las ventajas que Morena tendrá después de haber adelantado el debate sucesorio es que sus potenciales abanderados llegarán a la contienda con un alto nivel de conocimiento entre la sociedad, que es uno de los primeros y principales activos en una campaña electoral.

Tercer tercio. La alianza opositora se ve obligada a acelerar su proceso de definición para 2024. Hasta el momento no existe el menor indicio de que esto pueda suceder en el corto plazo.

 

@EdelRio70