El Presidente se levanta feliz, feliz, feliz, porque el beis va en camino de convertirse en el deporte nacional, y de pronto, mientras se dirige a la mañanera del día, piensa: “Qué inteligente, qué humana fue la intervención de Cuitláhuac sobre los baños de gasolinera en Veracruz. ¿Y si hacemos un plan nacional a partir de esa idea? ¡Ya! ¡Baños Bienestar!”, concluye, y enseguida, porque esa mente todoabarcante e hiperquinética no se detiene nunca, y luego de felicitarse por haber hecho una apuesta como la de Cuit –a fin de cuentas, la grandeza de un líder también se deja ver en la calidad de sus allegados–, imagina los contingentes del Ejército con botes de pintura, lavabos y WCs nuevos.

Mientras se dirige a platicar con Molécula, Atleta Keniana y compañía, se da cuenta de que podríamos crear una empresa del Estado, en vez de comprar los insumos (el mosaico, las llaves, el papel de baño mismo, por supuesto el jabón) a la iniciativa privada, que solo quiere enriquecerse. “¡Sanipatria!”, se ilumina, y piensa en lo extraordinariamente creativo que está ese día.

Claro que ¿quién en su equipo, ese orden al bat propio de un juego de las estrellas, entiende de baños? “Mario Delgado”, se responde en un segundo, pero enseguida descarta la idea, porque sí, Marito entiende del asunto, pero no en ese sentido, y aquí no somos unos irresponsables. ¿Octavio Romero? No. Pemex es estratégico. Las mejores mentes tienen que concentrarse ahí (lo que, claro, excluye también a Rocío), se resigna, y además lo vamos a necesitar después para la empresa que garantice nuestra autonomía alimentaria (¿“La Milpa Soberana”?). “Tendremos que crear una subdirección en la CFE. Manolo puede con eso. ¡Ah! Y se la encargamos a su hijo, que es rebueno para las asignaciones directas”.

Luego de decidir, sin titubeos impropios de un hombre-Estado, que esa mañanera también la va a dedicar a hablar de los medios, se imagina cómo, luego de llenar el país de baños gratuitos y dignos, pero austeros, podríamos enviar WCs y papel de baño solidarios a Cuba, a cambio de doctores (“Hay que decirle a Díaz-Canel que no se mande con el precio, como la otra vez”. “Pero, ¡ey! ¿Y si en vez de doctores pedimos couchs de beisbol? Coño, hoy vengo inspirado”).

Sí, sí. Ya sé que esto no es más que una especulación. Pero oigan: hablamos del Presidente que quiere poner al Ejército a repartir tanques de gas, le apuesta a hacer su red social para invitar a Trump y le está metiendo una lanota a un tren de carbón. Se vale soñar, ¿no?

 

@juliopatan09