Llegó 2020, y con ello una nueva forma de trabajar vía remota, tanto para las empresas que lo hacían de vez en cuando, como para las que jamás lo hicieron y debieron acostumbrarse a ello.

Ahora, con el mundo reabriendo las puertas, hay especulación sobre si muchas personas regresarán a su antiguo espacio de trabajo. En términos generales, existen dos polos para argumentar si eso es buena idea o no.

Habrá quienes, por temas psicológicos, sí prefieran volver. El tener un espacio específicamente diseñado para trabajar ayuda a realmente separar el quehacer laboral del personal. Además, para quienes se llevan muy bien con sus compañeros de trabajo o con gente habitando en el edificio, es ideal regresar a un espacio donde tengan que convivir todo el tiempo y, en muchos casos, la gente es la que te motiva a quedarte en un trabajo. 

Por otro lado, el laborar desde casa nos ha dado oportunidad de tomar decisiones que jamás hubiéramos pensado. Por ejemplo, las parejas ahora pueden convivir todo el tiempo sin necesidad de estar en el mismo corporativo. Y para quienes tienen la posibilidad económica de viajar, la oficina puede ser la playa, el pueblo donde crecieron o cualquier lugar que tenga conexión de internet.

Entonces, por un lado existe el tráfico y el convivir forzadamente por horas, mientras por el otro hay las horas innecesarias y la falta de aire de la casa.

Pero esa evaluación del esquema laboral le ha dado pie a varias personas a replantear sus hábitos, y si realmente le gusta el trabajo donde está. Sin la hora de la comida para convivir, o las vueltas por la maquinita o las increíbles instalaciones de cualquier edificio moderno, hay más tiempo para concentrarse en el trabajo en cuestión. Nos hace preguntarnos si realmente disfrutamos el trabajo en sí.

A pesar de la época catastrófica en la que vivimos, donde han habido una cantidad de despidos sin precedentes, quienes están en una situación privilegiada están pensando dos veces si quieren quedarse en su oficio, sobre todo si las condiciones laborales continúan y no existe un “cambio de aires” o algo que los motive a continuar a como las cosas eran antes.

Porque también que el mundo se esté “expandiendo” otra vez quiere decir más oportunidades de educación extendida, o más ofertas de trabajo a considerar. Así, muchos han empezado a tomar decisiones que se quedarán tiempo después de haber controlado al virus. Y el renunciar para encontrar eso que realmente te mueve, incluso estando en una situación como esta, no suena tan descabellado. 

Escuché un podcast hace poco, llamado Zinfandel Existencial, en donde reflexionaban y remarcaban como un error sentir este tiempo como una pausa, porque el tiempo continúa. Aunque no podamos hacer mucho para lograr nuestros objetivos, hay formas de adaptar la construcción de nuestras metas. Si estamos en una crisis, y podemos darnos el lujo de buscar, busquemos, pues.

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