Héctor Zagal

 

Héctor Zagal

(profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Panamericana)

Aunque una barba tupida es uno de los distintivos más obvio de los varones, existen casos en los que las mujeres pueden presentarla también. Las razones detrás de esto pueden ser un desorden hormonal o algún trastorno genético. Fuera de estas excepciones, la barba está ligada a los varones. Muchas culturas ha interpretado la barba como un símbolo de hombría, de virtud, de sabiduría y de potencia sexual. Aunque también ha sido considerada como poco higiénica y hasta propia de bárbaros. Desde un punto de vista biológico, parece que la barba en los varones sirve como protección para la mandíbula. Un golpe en la quijada podría ser amortiguado si se tiene una barba lo suficientemente frondosa y rizada. La barba también podría ser un medio de intimidación a otros varones en la contienda por ganarse el corazón de una mujer.

Hoy por hoy, las barbas y lo bigotes siguen estando de moda. Esto gracias a cierta moda hipster que ha hecho del cuidado facial todo un arte y una personalidad. Los millennials han disparado los negocios de barberías y les han dado un nuevo giro, los han vuelto ‘cool’. Cuando vamos a la barbería podemos esperar un corte de pelo, una buena rasurada y un corte de uñas. Algunas barberías actuales cuentan con atenciones extra, como un masaje de rostro, cuello y hasta brazos. Otras ofrecen una bebida de cortesía (desde una michelada hasta un whiskey puro), un puro y hasta tiempo de entretenimiento en alguna consola de videojuegos. ¿Qué más se podría pedir? Bueno, si regresáramos unos cuantos siglos atrás, a la Edad Media, no sería raro llegar con el barbero a que nos quite esa muela que nos ha dejado tantas noches sin dormir y sin probar bocado, o pedirle que nos practique una sangría para bajarnos la fiebre. Entonces los barberos realizaban operaciones menores que ahora esperaríamos que realizaran médicos especializados en anatomía.

¿Por qué los barberos extendían sus actividades al ámbito médico? Durante la Edad Media el conocimiento médico y quirúrgico era resguardado en monasterios. Ahí los monjes se dedicaban a traducir los grandes tratados médicos de los antiguos griegos y árabes, recopilando así una gran cantidad de remedios, terapias y métodos quirúrgicos. Pero entre los siglos XII y XIII inicia un declive en la medicina monástica, pues se prohíbe a clérigos y monjes la práctica médica, especialmente la quirúrgica, pues no les es lícito derramar sangre humana ni distraerse con cuestiones de salvación mundanas. Así, la práctica quirúrgica queda en manos de los barberos, hábiles con navajas y cuchillos. Eran los más indicados para practicar cirugías. Aunque con el tiempo se empezó a distinguir entre aquellos que tenían una preparación teórica de la medicina y aquellos que no eran más que bienintencionados carniceros, digo, barberos.

¿Alguna vez se han preguntado por qué los postes de las barberías tienen franjas blancas, rojas y azules? No son un bastón de dulce ni un mero adorno llamativo, sino una suerte de ícono que alude a la historia de los diversos servicios que antes podían solicitarse en las barberías. El color blanco podría aludir a las vendas, el rojo a las arterias y el azul a las venas. Esta correspondencia cromática no parece haber sido así en un inicio, pues en la Edad Media se desconocía la distinción entre los vasos sanguíneos que llevan la sangre al corazón y los que la irrigan al resto del cuerpo. Parece ser que los colores originales eran el blanco haciendo alusión a las vendas para parar el sangrado (o quizás usadas como torniquete) y el rojo representaba la sangre. ¿Por qué un poste? Bueno, pues cuando realizaban sangrías, los pacientes posaban su brazo sobre un palo para mantenerlo horizontal durante la extracción de sangre.

Los barberos-cirujanos no eran valorados por quienes tenían un conocimiento teórico de la medicina. Sin embargo, se sabe que formaron gremios. Uno de ellos fue la Venerable Compañía de Barberos, fundada alrededor de 1540 en Londres. Pero para 1745, el profesionalismo y especialización médica hizo que se desautorizara la práctica quirúrgica en las barberías y se creó el Real Colegio de Cirujanos en Inglaterra. Así, los barberos terminaron alejándose del arte médico para evolucionar en algo más cercano a un peluquero. Pero atentos, no querrán encontrarse un día en la silla de un inspirado Sweeney Todd.

Sapere aude! ¡Atrévete a saber!

@hzagal

 

DG

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana